El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel salió en X a darse bombo y platillo, celebrando lo que llamó la “recuperación en tiempo récord” del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), tras el apagón que dejó a toda la isla sumida en la oscuridad durante más de 24 horas. Hablamos del segundo apagón general de 2025 y el quinto en menos de un año, una marca que nadie quiere presumir.
En su mensaje, el mandatario mandó “reconocimiento” a cuadros y trabajadores de Energía y Minas y de la UNE, pero como siempre, volvió con el mismo estribillo: el “bloqueo” de Estados Unidos y las plantas viejas heredadas son los culpables de que el país viva en tinieblas.
La euforia oficial, sin embargo, choca de frente con la realidad de la calle. Aunque las autoridades dicen que el sistema ya está reconectado, millones de cubanos siguen sin corriente en sus casas, lidiando con neveras descongeladas y sin esperanzas de estabilidad. Reconexión técnica no es lo mismo que electricidad en la bombilla.
El show de Marrero y el silencio de Díaz-Canel
Un día antes, el primer ministro Manuel Marrero se apareció en el Despacho Nacional de Cargas asegurando que había “una estrategia bien definida” para enfrentar la crisis. Claro, una estrategia para reaccionar… no para prevenir.
Mientras tanto, Díaz-Canel guardaba silencio absoluto, ocupado opinando en redes sobre los bombardeos en Gaza, mientras en Cuba la gente cocinaba a leña y trataba de espantar mosquitos en la oscuridad. Cuando al fin rompió el mutismo, lo hizo con frases huecas como “se trabaja duro” o “seguimos de pie y combatiendo”, que sonaron a choteo en un país cansado de la misma muela.
La reconexión del SEN se apoyó en plantas como la del Mariel, y poco a poco se fueron sumando provincias hasta que, el jueves por la tarde, el gobierno dio por completado el restablecimiento. Pero eso no quita que ya sumen cinco apagones nacionales en menos de un año: tres en 2024 y dos en lo que va de 2025. El patrón es el mismo: infraestructura obsoleta, falta de inversión y un régimen incapaz de resolver la crisis estructural que asfixia a la isla.
El costo humano del “récord”
Detrás de la propaganda oficial, lo que queda es un pueblo que paga el precio. Cada apagón significa comida perdida, electrodomésticos quemados, niños sin poder estudiar y familias enteras atrapadas en la incertidumbre.
Mientras Díaz-Canel celebra su supuesto “récord”, la gente de a pie sabe cuál es el verdadero récord: un sistema eléctrico que nunca aguanta, un gobierno que nunca responde y un país condenado a vivir entre apagones y excusas.
