La Policía cubana anunció con bombos y platillos la captura de Arisley Cabeza Reyes, alias “Perico”, prófugo acusado de haber asesinado brutalmente a un padre y a su hijo en Artemisa. Sin embargo, detrás del aparataje oficial, este caso vuelve a dejar en evidencia la inseguridad galopante que azota a Cuba y que el régimen intenta maquillar.
Según el perfil oficialista Artemisa Rebelde, el fugitivo fue detenido tras un operativo policial. En medio del arresto, intentó quitarse la vida y terminó herido, por lo que primero fue llevado al hospital de Bahía Honda y luego trasladado al Calixto García, en La Habana, donde permanece bajo custodia. Apenas logre recuperarse, deberá enfrentar a la Fiscalía por un crimen que ha estremecido a toda la provincia.
Un asesinato que sembró el terror en Artemisa
El 5 de septiembre, los vecinos de Candelaria quedaron conmocionados al conocer que Francisco Torres Rodríguez, de 80 años, y su hijo Yaciel Torres Remedio, de 46, fueron hallados muertos en su finca El Cusco, muy cerca de la comunidad de Las Terrazas. Ambos presentaban señales de violencia atroz y fueron encontrados en diferentes puntos del terreno, lo que apunta a una ejecución fríamente planificada.
Las primeras sospechas apuntaban a “Perico”, un recluso fugado del correccional Ceiba 5 donde cumplía condena por robo. Testigos aseguraron que no actuó solo y que pudo estar acompañado por al menos dos hombres más. Entre las hipótesis, se habla de un posible robo vinculado a la reciente venta de cerdos y carneros realizada por la familia, aunque también circula la versión de que los Torres se negaron a darle refugio, desatando la furia del fugitivo.
Más sangre en el camino
El caso se volvió aún más escalofriante tras las denuncias del periodista José Luis Tan Estrada y del perfil independiente La Tijera, quienes informaron que días antes de su captura, “Perico” asesinó también a su expareja en San Cristóbal.
Como si fuera poco, trascendió que el hombre había amenazado a la madre de sus hijas en Bahía Honda, en una vivienda donde residen tres niñas pequeñas, lo que aumentó la alarma de la población y puso en evidencia que se trataba de un delincuente extremadamente peligroso.
Un país sumido en la violencia
Aunque el régimen trate de minimizar la inseguridad, la realidad habla por sí sola. El Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (OCAC) ha verificado solo en los primeros seis meses de 2025 1,319 delitos, entre ellos 63 asesinatos y 721 robos, cifras que desmontan el cuento oficial de que en Cuba la criminalidad “va en descenso”.
El doble asesinato de los Torres se ha convertido en un símbolo del desmoronamiento del tejido social cubano y de la creciente sensación de impunidad. Lo que antes era presentado como un “país seguro” hoy se parece más a un terreno minado, donde la violencia se multiplica y la gente vive con miedo mientras el régimen guarda silencio o inventa estadísticas.
