Hay historias que rompen el corazón y esta es una de ellas. Deivy Alemán Oropesa, un padre cubano que vive en Orlando, Florida, decidió autodeportarse a Cuba antes de ser detenido por ICE. La decisión es desgarradora: su hija pequeña padece una grave enfermedad cardíaca y necesita varias cirugías, pero él tendrá que marcharse, dejando atrás lo más valioso de su vida.
“Si no me voy, nunca tendré mi estatus en Estados Unidos. Así no se puede vivir”, confesó entre lágrimas. Y es que no se trata de un capricho: tras recibir una orden de deportación, le dieron la opción de irse voluntariamente o ser arrestado y deportado por la fuerza. Eligió el mal menor, aunque su familia quede rota en el camino.
La situación se complica porque su hija ya ha pasado por tres operaciones a corazón abierto y necesita más. La madre, Yisel Miguel Sarduy, dedica todo su tiempo a cuidarla, mientras Deivy era quien mantenía el hogar. Ahora, el pilar económico y emocional de la casa tendrá que abordar un avión rumbo a Cuba, dejando un vacío imposible de llenar.
La esposa no pudo contener el dolor al hablar con el periodista Javier Díaz: “Nuestra niña recibe todos los días a su papá con un abrazo… y el lunes ya no podrá hacerlo”. La frase, tan sencilla como brutal, resume lo que significa esta separación forzada.
Todo se desencadenó el pasado 8 de septiembre, cuando Deivy acudió a una cita rutinaria con ICE. Allí le comunicaron que debía salir del país antes del 14 o sería detenido. En cuestión de días, su destino cambió por completo. Preparó maletas, pero lo que pesa no es la ropa, sino la angustia de dejar a su hija enferma atrás.
Deivy no tiene antecedentes penales, lleva siete años en EE. UU. y ha sido un migrante ejemplar. Sin embargo, la orden de deportación estaba activa desde su entrada irregular por la frontera y eso fue suficiente para que el sistema no mostrara compasión. Como señaló Díaz, “en casos así no importa si tienes razones humanitarias o si eres un padre trabajador, la ley se aplica sin piedad”.
Aun así, hay una pequeña luz de esperanza: la familia tiene aprobada una petición de reunificación familiar (I-130). Deivy confía en que, aunque regrese a Cuba, pronto pueda volver legalmente junto a los suyos. Mientras tanto, la angustia, la incertidumbre y el dolor se convierten en su equipaje más pesado.
En redes sociales, la noticia ha generado una avalancha de solidaridad hacia la familia y críticas hacia ICE por su falta de sensibilidad. Este caso refleja la dura realidad que viven miles de migrantes cubanos en Estados Unidos: atrapados en un sistema migratorio que no distingue entre un padre desesperado y un infractor reincidente.
El próximo 14 de septiembre, Deivy abordará su vuelo a Cuba. Lo hace con el corazón en pedazos, pero con la fe de que algún día volverá a abrazar a su hija en tierra estadounidense, sin miedo a ser arrestado y con la esperanza de reconstruir la vida que el sistema le arrebató.