Cuando un cubano habla desde la experiencia, más de uno se queda pensando. Eso fue lo que pasó con Frank el Makina, un youtuber que ya lleva casi tres años viviendo en Uruguay y que decidió compartir en TikTok cómo ha cambiado su vida desde que dejó la isla. Su testimonio se volvió viral y abrió un debate enorme entre cubanos y uruguayos.
Frank arrancó el video dejando claro que no está para medias tintas: “Preocupaciones que ya no tengo en Uruguay… yo soy un cubano emigrado en Uruguay, ya llevo casi tres años en este magnífico país”. Y de ahí en adelante, se fue de frente con una lista que todo cubano conoce de memoria.
Habló de lo más básico: electricidad y agua. En Cuba, decía, era un martirio pensar en cuándo se iba la luz o en qué momento entraba el agua para poder llenar cubos y tanques. También recordó el estrés con el gas y el transporte: “Cuándo va a entrar el gas en el punto para poder comprarlo, cuándo va a pasar el ómnibus para poder llegar a tu trabajo”. Cosas tan simples, que fuera de la isla parecen normales, allá eran un dolor de cabeza diario.
El youtuber también mencionó la odisea de la alimentación y los medicamentos: desde esperar eternamente por un producto en la bodega hasta preguntarse si en la farmacia habría medicinas, agujas o jeringuillas en caso de una emergencia. “Sinceramente pudiera estar aquí comentándote 300 preocupaciones que yo tenía en la isla y que en Uruguay desaparecieron, porque aquí hay absolutamente todo”, resumió con alivio.
Claro, no faltaron las críticas. Algunos le dijeron que exageraba o que hablaba mal de Cuba. Pero Frank fue tajante: “Aunque me digan alcahuete, a mí me gusta valorar las cosas que tengo en este país”. Y muchos uruguayos le agradecieron ese reconocimiento, porque a veces no se dan cuenta de lo que tienen hasta que alguien de afuera se los dice.
En los comentarios, los uruguayos le daban la bienvenida con frases como “Bienvenido a la libertad” o “Qué bueno escucharte tan feliz”. Otros cubanos también dejaron su granito de arena: unos recordando con cariño sus años en Uruguay, y otros confirmando que sí, que la vida allí es mucho más estable que en la isla.
Este no es el primer testimonio de cubanos que ponen a Uruguay en el mapa de destinos migratorios atractivos. Desde enfermeras que cambiaron la bata por la manicura hasta familias que eligieron el país por la seguridad y la educación gratuita, todos coinciden en algo: en Uruguay encontraron oportunidades y tranquilidad que en Cuba parecían imposibles.
Lo que cuenta Frank no es solo su historia personal. Es el reflejo de una tendencia cada vez más fuerte: cubanos que, en lugar de apostar solo por Estados Unidos o Europa, ven en Uruguay un lugar donde pueden empezar de cero sin tantas preocupaciones. Y a juzgar por sus palabras, parece que no se arrepiente ni un segundo.