Lo que antes se escuchaba como “cuentos de la calle”, hoy queda registrado en video. Una cámara de seguridad captó el momento exacto en que un motorista asaltó a una mujer en plena vía pública de La Habana, arrebatándole una cadena de oro mientras la amenazaba con un cuchillo. La víctima, identificada como Catherine Acosta Martínez, no dudó en denunciar lo ocurrido en redes sociales, donde su publicación se hizo viral y levantó una ola de indignación.
El robo ocurrió alrededor de las cinco de la tarde del jueves. Según relató la propia afectada, el individuo la interceptó, la sujetó por el cuello y, bajo amenaza, le quitó la cadena para luego huir en una moto azul rumbo a la avenida Juan Delgado. En el video de seguridad puede verse cómo el ladrón llevaba rato merodeando la zona, esperando el momento perfecto para atacar.
Acosta Martínez compartió las imágenes en Facebook y reveló que no se trata de un caso aislado: en los comentarios, otra usuaria llamada Leslie Morales Cera aseguró que el mismo motorista la había asaltado días antes en Playa. Incluso compartió un video similar como prueba. “Me arrebató dos cadenas”, denunció, confirmando que este individuo lleva rato sembrando el terror en las calles.
Ante la inacción de las autoridades, la víctima decidió recurrir a la ayuda ciudadana. Ofreció una recompensa de 20 mil pesos cubanos a quien pueda dar información sobre el paradero del ladrón, además de publicar varios números de contacto. La reacción en redes fue inmediata: cientos de comentarios exigieron mayor presencia policial y denunciaron que este tipo de delitos se ha disparado en los últimos meses.
Una ola de arrebatos en Cuba que no se detiene
Lo sucedido en La Habana no es un hecho aislado. Los arrebatos de cadenas, teléfonos y carteras se han vuelto parte del día a día en distintas provincias. En Santiago de Cuba, los vecinos del reparto Escario atraparon recientemente a un delincuente reincidente conocido por robar celulares en plena avenida Garzón. Aunque lo entregaron a la policía, la comunidad denuncia que en otras ocasiones ha sido liberado con facilidad, lo que aumenta la sensación de impunidad.
En Holguín, residentes redujeron a un ladrón que intentó despojar a una anciana de su cadena en plena calle, mientras en la capital los relatos se multiplican: desde un sujeto que arrebató la cadena a una niña en Plaza de la Revolución y se la tragó para ocultarla, hasta asaltos armados en terminales y paradas.
La realidad es clara: en muchos casos, los delincuentes terminan capturados no por la policía, sino por la intervención directa de los vecinos, que se han visto obligados a aplicar justicia por su cuenta.
Estos episodios, repetidos de un extremo a otro de la isla, reflejan lo mismo: la creciente inseguridad en Cuba y la falta de confianza en las instituciones. Mientras los crímenes aumentan, la gente vive con miedo de salir a la calle con lo poco que tiene encima.
