En Cuba pasan cosas que parecen sacadas de una comedia surrealista, y esta vez el protagonista es nada más y nada menos que el diputado oficialista Yusuam Palacios. Durante una de esas visitas “de intercambio con obreros”, una trabajadora vivió su propio “momento fan” al encontrarse con él. Lo saludó emocionada, casi como si estuviera frente a una estrella de Hollywood, y la escena terminó viralizándose en redes sociales.
El encuentro quedó registrado en un video que en cuestión de horas acumuló miles de visualizaciones y comentarios. La mujer, visiblemente conmovida, contó que no podía dejar pasar la oportunidad de acercarse, saludarlo y hasta darle un beso. Lo describió como un instante especial en su rutina laboral y confesó que, de no hacerlo, se habría arrepentido toda la vida.
Aunque no se ha confirmado oficialmente su identidad, los comentarios señalan que podría tratarse de la directora de Comercio Interior en el municipio Sagua de Tánamo, Holguín. Una funcionaria pública que, sin pensarlo dos veces, convirtió un acto político en un espectáculo emocional digno de titulares.
El episodio ocurrió en plena visita de Palacios a centros de trabajo, donde buscaba transmitir mensajes de respaldo al proyecto político del régimen. Según el relato de la trabajadora, su gesto era una muestra de reconocimiento hacia el joven diputado, uno de los rostros más visibles del discurso oficialista.
Pero lo que parecía un simple saludo se transformó en un fenómeno en redes. El video superó rápidamente las 100 mil visualizaciones y provocó reacciones divididas: unos celebraron la “espontaneidad” del momento, mientras otros lo vieron como una escena más de propaganda. Para los críticos, nada de esto fue casualidad, sino parte de una narrativa oficial que intenta mostrar cercanía entre el poder y el pueblo.
Y es que, en Cuba, las exaltaciones a figuras vinculadas al régimen no son nuevas. La televisión y los medios estatales suelen amplificar cualquier gesto de apoyo popular, incluso los más mínimos. Esta vez no fue diferente: el entusiasmo de la trabajadora se presentó como un símbolo de “cercanía” entre dirigentes y obreros, aunque muchos lo interpretaron como un montaje más.
El contraste con la realidad del país no pudo ser más evidente. Mientras los discursos políticos hablan de unidad y respaldo, la mayoría de los cubanos lidia a diario con apagones, escasez y una creciente desconfianza hacia las instituciones. Para muchos, el beso y la emoción de aquella trabajadora no representan otra cosa que un intento desesperado de propaganda en medio de una crisis que no da respiro.