En Granma se volvió a prender la alarma este fin de semana cuando la policía cubana decomisó un camión cargado con más de 1000 libras de pescado. Sí, leíste bien: más de una tonelada que alguien intentaba mover fuera de la legalidad y que terminó en manos del Estado. El operativo tuvo lugar en Pilón, específicamente en la localidad Marea del Portillo, y según informaron medios oficiales, los tres implicados llevaban el pescado en un camión estatal con destino a Santiago de Cuba.
El perfil oficialista Entérate con Aytana Alama publicó en Facebook detalles del decomiso, destacando que los ciudadanos “se arriesgaron mucho” al trasladar la carga, aún sabiendo que el MININT mantiene vigilancia constante contra este tipo de delitos. Sin embargo, más allá de las declaraciones de rigor, no se ofrecieron datos adicionales sobre la identidad de los involucrados o el destino final del pescado incautado.
No es la primera vez que se producen decomisos de este tipo en Cuba. La isla, con mercados que nunca alcanzan a cubrir la demanda, vive bajo un ciclo constante de escasez y control estatal. Los decomisos, entonces, funcionan como un doble mensaje: por un lado, un intento de frenar el delito; por otro, una manera de aparentar acción en medio de la crisis de abastecimiento.
En febrero pasado, la historia se repitió en Santa Clara, donde la policía detuvo un camión que transportaba 404 sacos de arroz, 132 sacos de calabaza y 187,000 pesos cubanos en efectivo, todo sin documentación que acreditara la procedencia de los productos. El operativo fue calificado por los medios oficiales como un “éxito en la lucha contra el delito”, aunque, para muchos, reflejó simplemente la realidad de un país donde los alimentos desaparecen más rápido de lo que llegan.
Y si creías que eso era todo, en la misma fecha otro camión fue interceptado en el kilómetro 141 de la Autopista Nacional, en el municipio matancero de Jagüey Grande, con 42,900 cartones de huevos sin documentación legal. Una cifra que por sí sola demuestra lo difícil que resulta para los cubanos conseguir productos básicos y cómo la informalidad se ha convertido en parte del día a día.
Estos decomisos nos muestran un país donde la gente intenta buscar maneras de sobrevivir, el Estado intenta mostrar control y los mercados continúan desabastecidos. Entre pescado, arroz y huevos, la imagen de la escasez se mantiene, mientras los ciudadanos tienen que ingeniárselas para conseguir lo más básico y el gobierno aprovecha cada decomiso para exhibir su “combate al delito”.
En fin, que si vives en Cuba o simplemente sigues las noticias, esta es otra historia que combina riesgo, ilegalidad y la eterna lucha por un poco de alimento en la isla.