Gibara amaneció con cacerolas, gritos y calles llenas de dignidad. En la madrugada del 14 de septiembre, decenas de vecinos de este municipio holguinero salieron con linternas y cazuelas para protestar contra los apagones interminables y la crisis que los asfixia.
Según los testimonios, llevaban más de 24 horas sin electricidad y apenas disfrutaron de media hora de servicio en toda la jornada. Entre la oscuridad, se escuchaban voces reclamando: “¡La corriente, la corriente… queremos la corriente!” y el clásico “¡El pueblo unido jamás será vencido!”. Hombres, mujeres y jóvenes marcharon juntos, haciendo temblar el silencio de la noche con el sonido metálico de sus cazuelas.
Uno de los vecinos resumió la rabia del momento: “Increíble, caballero, el pueblo de Gibara entero en la calle con cazuelas… sin corriente todo el día… la pusieron 30 minutos y nada”.
La protesta no fue un hecho aislado. Llega apenas días después del apagón general del 10 de septiembre, cuando el Sistema Eléctrico Nacional colapsó y dejó a Cuba entera sumida en la penumbra. Lo que se vive en Gibara refleja lo que ya se respira en todo el país: hambre, cansancio y hartazgo por un sistema incapaz de garantizar lo mínimo.
En esta ocasión, los reclamos giraron en torno a un restablecimiento estable de la electricidad, pero detrás de cada grito había mucho más: el deterioro de los servicios básicos, la escasez de alimentos y la desesperación acumulada por años de promesas vacías.
Los reportes ciudadanos aseguran que la movilización fue amplia y sostenida durante la madrugada. Hasta ahora, no hay datos de detenciones, aunque el silencio oficial siempre pesa como una amenaza.
Mientras las imágenes de la protesta corrían como pólvora en redes sociales, el régimen salió a hacer lo de siempre: minimizar, manipular y maquillar la realidad. El canal oficialista Gibaravisión reconoció que un grupo de pobladores del Güirito salió a expresar sus inconformidades, pero lo describió como un “diálogo respetuoso”. Incluso acusaron a usuarios desde el exterior de “manipular” lo ocurrido.
El gobierno repitió la cantaleta de que los gibareños —como todos los cubanos, según ellos— son “nobles, valerosos y revolucionarios”. Pero lo que mostraron fueron fotos de calles vacías y alumbradas, intentando negar lo que ya había quedado registrado en videos: un pueblo en la calle, protestando.
El detalle no pasó desapercibido: si en las fotos oficiales la ciudad estaba iluminada, entonces alguien dio la orden de encender la corriente justo después de la protesta. Como ironizó un internauta: “Ah, entonces… ¿les pusieron la corriente? Parece que cuando el pueblo se levanta, ustedes sí responden”.
Las redes sociales también recogieron la indignación ciudadana frente al cinismo del régimen. Una usuaria lo dejó claro: “Aquí los únicos irrespetuosos son ustedes, que intentan cambiar la realidad. Ni Gibara ni ningún pueblo de Cuba es revolucionario. La revolución se sostiene solo con represión y con el miedo de muchos”.