El régimen cubano volvió a sacar su cara de cartón en Varadero, inaugurando con todo el bombo y platillo el Festival Internacional Varadero Gourmet 2025, mientras millones de cubanos en la Isla estaban literalmente a oscuras, víctimas de un sistema eléctrico colapsado. El contraste no pudo ser más descarado: un puñado de funcionarios y empresarios celebrando “sabores sin fronteras”, mientras el pueblo hace malabares para llevar un plato de comida a la mesa.
El viceministro de Turismo, Adalberto Venero Lemus, salió diciendo que el “respaldo popular” al festival impulsa la recuperación turística. ¿Respaldo popular? En los barrios lo que se oye es el cacerolazo, no el tintinear de copas de vino. El evento, celebrado en el Centro de Convenciones Plaza América, reunió a chefs, académicos y empresarios en torno a conferencias sobre la fusión de cocinas cubana y española, la elaboración del casabe y hasta sobre “gastronomía inclusiva”.
El chef corporativo de Iberostar, Miguel Ángel Jiménez —más conocido por ser el cocinero personal de Lis Cuesta, la esposa de Díaz-Canel— defendió la preservación de la cocina criolla como patrimonio. Mientras tanto, en las casas cubanas lo que falta es arroz, frijoles y hasta pan. Otro de los invitados, Omar Rodríguez, de La Filarmónica, celebró que el festival sirva para rescatar el casabe, ese mismo alimento ancestral que, aunque declarado patrimonio cultural de la humanidad, en Cuba hoy no aparece ni en los mercados.
La novedad de este año fue el Taller Internacional de Franquicias Turísticas, centrado en marcas icónicas como Floridita y La Bodeguita del Medio. El objetivo declarado: generar alianzas y proteger internacionalmente estas franquicias. Una vez más, el régimen muestra dónde están sus prioridades: blindar negocios con extranjeros, no garantizar comida ni luz para su gente.
El discurso oficial habla de convertir a Cuba en un destino culinario de excelencia. La realidad es que, mientras unos pocos disfrutan de degustaciones en Varadero, la mayoría de los cubanos enfrenta apagones interminables, neveras vacías y una infraestructura en ruinas.
El Varadero Gourmet 2025 es la viva imagen de la burbuja de privilegio en que vive la cúpula. Para el pueblo, más que un festival gastronómico, este show no deja otra cosa que un sabor amargo: el de ver cómo el régimen sigue derrochando en propaganda turística, mientras condena a su gente a sobrevivir en la oscuridad y el hambre.
