La violencia vuelve a sacudir a Sancti Spíritus. En plena madrugada, un hombre encapuchado irrumpió en una vivienda cercana a la dulcería de Céspedes y atacó brutalmente con un machete a uno de los residentes, identificado como Eduardo.
La denuncia se hizo pública gracias a Yureibys Torresilla, quien relató lo ocurrido en el grupo de Facebook Aquí con el héroe en Sancti Spíritus ¡Hermanos de la Calle!:
“Llegó un tipo encapuchado a la casa de al lado y le cayó a machetazos a Eduardo, el hombre de la casa. Tremendo lo que estamos viviendo. Se lo llevaron muy mal para el hospital”, escribió con evidente consternación.
Testigos aseguran que la víctima fue trasladada de urgencia al hospital provincial en estado crítico. Una usuaria que estaba presente en el centro médico comentó que lo vio llegar con múltiples heridas, mientras los doctores se movilizaban para salvarle la vida. “Muy triste, pobre hombre”, agregó.
En redes, los espirituanos no ocultan su miedo. Otra internauta reaccionó diciendo: “Mucha violencia y vandalismo. Las leyes están demasiado flojas para ese tipo de cosas”, reflejando la impotencia de un pueblo que siente que la inseguridad crece sin control.
Hasta el momento, el régimen guarda silencio. Nadie ha ofrecido información sobre el agresor ni sobre el estado actual del herido. La incertidumbre deja abierta la pregunta de si se trató de un robo, un ajuste de cuentas o un hecho aislado.
El discurso oficial, otra mentira más
Lo más grave es que este caso desmonta, una vez más, la narrativa del régimen. Mientras la calle arde de violencia, el primer ministro Manuel Marrero insiste en que “la tendencia es a la baja” en materia de criminalidad. Un discurso que choca de frente con los datos y con la realidad que viven los cubanos cada día.
Según el Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (OCAC), entre enero y junio de 2025 se registraron 1.319 delitos en la isla, un promedio de 7,3 crímenes diarios. Cifras que superan todo lo reportado en 2024 y quintuplican lo registrado en 2023.
Los números hablan solos: robos, asesinatos, feminicidios, agresiones y un crecimiento alarmante del narcotráfico y el vandalismo. La violencia no distingue género ni edad; afecta a mujeres, hombres, ancianos y hasta niños.
Inseguridad desbordada, policía distraída
El OCAC advierte que esta escalada está vinculada con el acceso cada vez mayor a armas de fuego, el auge del tráfico de drogas y la desesperación por la falta de alimentos. Sin embargo, mientras la delincuencia se multiplica, el Ministerio del Interior concentra sus recursos en vigilar a los opositores y reprimir protestas pacíficas.
La consecuencia es clara: un país donde la gente ya no se siente segura ni dentro de su propia casa, mientras la cúpula del poder repite eslóganes vacíos sobre “tranquilidad ciudadana”.
Este ataque en Sancti Spíritus no es un hecho aislado. Es la muestra más reciente de una Cuba sumida en la inseguridad y el desamparo, donde el pueblo paga las consecuencias de un régimen incapaz de protegerlo, pero muy eficiente para perseguir voces críticas.
