¡Lo que faltaba! En pleno aeropuerto internacional de La Habana, la Aduana General de la República detuvo un intento de contrabando que parecía sacado de una película: más de 4,500 tabacos falsos listos para salir de Cuba como si nada. El operativo dejó al descubierto lo grande que es el negocio de las imitaciones y cómo se mueve este mercado en las sombras.
El vicejefe primero de la institución, Wiliam Pérez González, no tardó en hacerlo público en X (antes Twitter). Según contó, los tabacos estaban perfectamente colocados en cajas con habilitaciones de marcas reconocidas, todo un camuflaje para despistar. Los llevaban nada menos que dos pasajeros que pensaban salir del país con el cargamento.
La jugada no salió bien. Tras revisar con detalle, se confirmó que todo era falso: tabacos falsificados que pretendían venderse como si fueran piezas premium. De inmediato, se dio parte a la policía y comenzó una investigación más profunda para seguirle la pista al fraude.
El propio Pérez acompañó su denuncia con fotos del decomiso. En las imágenes se ven decenas de cajas y hasta las anillas listas para colocarse en los tabacos. O sea, no se trataba de un experimento casero, sino de un montaje bastante bien armado que evidencia lo jugoso del negocio ilegal.
Lo curioso es que este caso no es aislado. Hace menos de un mes, la Aduana en el mismo aeropuerto interceptó a otros viajeros que intentaban sacar 4,400 tabacos sin declarar. En esa ocasión tampoco quedó del todo claro si eran originales, pero lo que sí se sabe es que ese tipo de mercancía, incluso siendo falsa, se vende muy bien fuera de Cuba.
El modus operandi se repite: tratar de burlar el control aduanero con cargas voluminosas de tabacos, confiando en que pasarán desapercibidos. Pero la Aduana está con la guardia en alto, y cada decomiso demuestra que el negocio de los “puros piratas” es mucho más grande de lo que parece.
Según explicó el funcionario, el contrabando de tabacos falsos mueve ganancias importantes en el mercado negro internacional, donde muchos compradores no distinguen entre lo real y lo fake, o simplemente se dejan tentar por el precio más bajo. De ahí que la PNR ya tenga las manos metidas en el caso.
