Si sacar una visa para viajar a Estados Unidos ya era un viacrucis para los cubanos, ahora el camino se ha puesto aún más empinado. La administración Trump anunció un cambio que limita dónde se pueden solicitar las visas de no inmigrante, y aunque la medida aplica para muchos países, los cubanos terminan siendo de los más golpeados por estas nuevas reglas.
Desde el 6 de septiembre, todas las solicitudes de visas de turismo, negocios, estudios o trabajo temporal deberán hacerse únicamente en los consulados del país donde resida el solicitante. Nada de buscar atajos ni presentarse en un tercer país con menos cola: eso quedó en el pasado.
El Departamento de Estado aclaró que, para quienes viven en países donde no hay servicios rutinarios de visados, se designaron consulados específicos. En el caso de Cuba, el punto obligado sigue siendo la embajada estadounidense en Georgetown, Guyana. Para los venezolanos, será en Bogotá; y para los haitianos, en Nassau. Es decir, a cada cual le tocó su propio “destino obligatorio”.
Mientras tanto, en La Habana, los servicios de visado de no inmigrante (esas visas B1/B2 tan buscadas para visitas familiares o turismo) continúan suspendidos, salvo contadas excepciones. Lo único que sigue funcionando son algunos trámites de inmigrante, como los de reunificación familiar, y aun así con muchas demoras.
Pero el verdadero golpe viene con el cambio en las reglas: el Departamento de Estado eliminó la posibilidad de que los solicitantes pidan la visa en un tercer país. Antes, algunos cubanos viajaban a otros consulados para evitar las interminables listas de espera en Guyana, pero ya no será posible. Y, por si fuera poco, quienes intenten hacerlo fuera de su país tendrán que enfrentarse a tiempos de espera aún más largos para obtener una cita.
En la práctica, esto significa más gastos y más obstáculos para los cubanos. Además de pagar el trámite, deben costear vuelos a Guyana, alojamiento, alimentación y transporte. Todo un presupuesto en dólares que para muchos resulta simplemente imposible.
Como si fuera poco, esta no es la única piedra en el camino. La administración Trump ya había sumado otras medidas que encarecen el proceso, como la exigencia de un depósito reembolsable de hasta 15 mil dólares en ciertos casos, que solo se devuelve si el viajero cumple con todas las condiciones de su estancia.
Y ojo, que a partir del 1 de octubre entra en vigor una “tasa de integridad de visados” de 250 dólares para la mayoría de las solicitudes de no inmigrante. Este dinero, al igual que el depósito, solo será devuelto si el solicitante cumple estrictamente las normas migratorias.