En Miami no todo es brillo, lujo y fiesta. Detrás de los rascacielos y la vibra de Wynwood se esconden realidades que pocos quieren mirar. Una de ellas es la historia de Irán, un cubano de Guantánamo que llegó a Estados Unidos en 1995 soñando con un futuro mejor y que, casi tres décadas después, se encuentra sobreviviendo a los 68 años en las calles más duras de la ciudad.
Irán pasa sus días en barrios como Wynwood y Overtown, lugares donde la violencia y las drogas marcan la rutina. Su testimonio, compartido por la cuenta de TikTok @conductadade, es un golpe de realidad sobre la fragilidad de muchos migrantes que no logran afianzarse en este país. “La gente son bien conflictiva ahí y mejor me voy de aquí… una policía que me conoce me dijo: te tienes que ir de aquí, si te vuelvo a ver aquí te tengo que detener”, contó entre resignación y miedo.
De día las cosas se calman un poco, pero en la noche el panorama cambia por completo. “Todo el mundo está drogado, borracho, y los problemas son uno detrás del otro”, explica. Por eso, Irán prefiere andar solo: “En los grupos hay más problemas, yo sé cómo esquivar”. Y es que para él, sobrevivir es un arte.
Pero dentro de tanta oscuridad, aparece una chispa de esperanza. En el video, Irán asegura que espera ser recogido para integrarse a un programa de rehabilitación en Borinquen. “Tengo que hacerlo sí o sí, no tengo otra opción”, admite con una mezcla de miedo y determinación.
La propia plataforma que difundió su historia aclaró que, tras días de conversaciones, él aceptó finalmente entrar a un centro de rehabilitación con apoyo de la ciudad. “Si no logra entrar allí, esperamos poder nosotros facilitarle uno. Su historia refleja la importancia de no rendirse y buscar siempre un nuevo comienzo”, subrayaron.
Y no es un caso aislado. Hace poco la misma página compartió la historia de Roberto Ruiz Torres, un cubano de Matanzas que lleva 27 años viviendo en la calle en Miami desde que llegó en el éxodo del Mariel en 1980. A sus 73 años, Roberto confesó: “Estoy vivo por gracia de Dios… pero soy un muerto en vida”.
Historias como la de Irán y Roberto nos recuerdan que no todos logran alcanzar el famoso “sueño americano”. Para algunos, la vida en EE.UU. se convierte en una batalla diaria contra la pobreza, la soledad y la violencia. Aun así, estas historias también demuestran que siempre hay espacio para una segunda oportunidad, si se tiene la valentía de aceptarla.