Cuando alguien que toda su vida defendió el discurso oficial decide contar su propia tragedia, la cosa cambia. Eso fue exactamente lo que hizo el periodista cubano Roberto Pérez Betancourt, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien con 85 años soltó una frase demoledora: “Nunca imaginé mi vejez así”. Sus palabras se han convertido en el retrato más crudo de lo que hoy viven miles de ancianos en la Isla.
Desde su perfil en Facebook, Pérez Betancourt no maquilló nada. Contó que lleva más de cuatro meses sin agua potable, que el dengue arrasó su cuadra y se llevó la vida de una vecina octogenaria, que las placitas están vacías, las tiendas en MLC no tienen ni lo básico y que ni siquiera sabe si mañana tendrá gas para cocinar. Y ojo, hablamos de un hombre convaleciente de dengue, con 85 años a cuestas, y de una esposa de 80 que sufre lo mismo, además de otras enfermedades crónicas.
“Sobrevivimos en condiciones pésimas”, confesó el periodista que durante décadas trabajó en el semanario Girón, en la emisora Radio 26 y en la TV Yumurí. Su mensaje fue un grito directo a las autoridades: “Por favor, los que deben ocuparse de todo que se ocupen. No podemos seguir así”.
La respuesta que encendió las redes
La publicación de Pérez Betancourt fue replicada por la reportera oficialista Yirmara Torres, quien recordó que él nunca fue “un periodista de medias tintas”. Según contó, en su último cumpleaños hasta recibió llamadas de dirigentes para felicitarlo. Pero claro, ahora ese mismo “maestro” les está mostrando la otra cara de la moneda. ¿De qué sirve una llamada cordial si su día a día es un calvario?
En internet, la reacción fue inmediata: indignación, tristeza y también rabia. Muchos ven en el testimonio de este veterano de la prensa una prueba más de que el régimen ha condenado a toda una generación a una vejez indigna.
¿Un quiebre dentro de la prensa oficial?
Lo de Pérez Betancourt no es un caso aislado. Ya en julio, la reportera Delia Proenza, desde Escambray, había admitido que la famosa “resistencia creativa” de Díaz-Canel se quedó sin gasolina. Y en otros medios provinciales, como en Matanzas o Cienfuegos, periodistas han empezado a publicar crónicas que muestran lo que todos saben: apagones interminables, inflación disparada, cocinas improvisadas con carbón, transporte colapsado y una rabia popular imposible de ocultar.
Tampoco faltan los testimonios de colegas jubilados. Iraida Calzadilla, que trabajó años en Granma, contó que tiene que esperar horas, tirada en un banco, para cobrar una pensión que ni siquiera recibe completa. Y Ana Teresa Badía, todavía en activo, criticó la incoherencia de abrir un supermercado en dólares… ¡que ni siquiera aceptaba MLC!
La vejez robada
Lo que vive Pérez Betancourt es solo una muestra del drama nacional: ancianos que no pueden vivir de su pensión, que enfrentan apagones, dengue, basura en cada esquina y servicios colapsados. Mientras tanto, el gobierno invierte millones en hoteles de lujo vacíos que nadie llena.
Un usuario lo resumió a la perfección en redes sociales: “Es la crónica de una vejez robada”. Y esa frase, más allá de lo personal, encierra la historia de todo un país atrapado en la ruina, donde quienes dieron su vida trabajando son ahora los más olvidados.