La historia de Iván Rodríguez Ponce golpea fuerte. Con solo 33 años, este cubano vivió el sueño americano… y de repente todo se desmoronó. El 30 de agosto fue deportado desde Estados Unidos a Cuba, el mismo país del que huyó buscando un futuro distinto, y hoy se siente como si hubiera nacido de nuevo, pero sin nada.
“Perdí todo lo que trabajé en tres años y medio. Ahora estoy aquí sin nada, sin documentación, la policía siguiéndome… me siento como si hubiera nacido nuevamente”, confesó entre lágrimas en una entrevista con Telemundo. Sus palabras reflejan la cruda realidad de cientos de cubanos que llegaron a EE.UU. con la esperanza de rehacer su vida, solo para regresar esposados a la isla.
Iván relata que no firmó ningún documento y que lo subieron al avión esposado, sin siquiera decirle a dónde lo llevaban. Solo descubrió que volvía a La Habana cuando ya estaba en pleno vuelo. “Me montaron en un avión esposado, sin yo saber para dónde me iban a llevar”, relató. La impotencia y el miedo quedaron grabados en su rostro.
Durante su estancia en Estados Unidos, Iván había logrado echar raíces en Austin, Texas. Con un permiso de trabajo, se ganaba la vida como ingeniero en mantenimiento y construía la vida que tanto había soñado. Todo eso desapareció en cuestión de meses: cinco meses de detención y luego la deportación lo dejaron sin casa, sin trabajo y sin sus pertenencias. “Todo mi sacrificio, todas mis cosas, lo perdí todo”, lamenta.
Pero lo más cruel, según su relato, es sentirse indocumentado en su propio país. Las autoridades migratorias estadounidenses se quedaron con sus papeles, dejándolo vulnerable frente a un sistema que conoce bien, pero del que intentó escapar. “Con todas las pruebas y evidencias pedí asilo político, pero me lo negaron todo”, explicó.
Iván no es un caso aislado. Su historia forma parte del último vuelo de deportación desde Estados Unidos, el más mediático hasta ahora, donde más de 150 cubanos fueron devueltos a la isla. Mientras el Ministerio del Interior de La Habana habla de un “cumplimiento de acuerdos migratorios”, los testimonios muestran otra cara: lágrimas, esposas y familias destrozadas.
En medio de la mayor ola migratoria en la historia de Cuba, historias como la de Iván reflejan la lucha de hombres y mujeres que lo apuestan todo, arriesgan su vida y, al final, regresan con las manos vacías al mismo país del que huyeron. Historias que ponen rostro al costo humano de la migración y a la crudeza de un sistema que, para muchos, nunca deja de ser una cárcel disfrazada de patria.