En Cuba, parece que ya no se salva nada de los robos. Esta vez, la noticia llega desde Granma, donde la policía reportó la detención de los responsables del robo de más de 50 vigas y varios paneles solares en el Parque Fotovoltaico Juan Pérez II, ubicado en Niquero. El caso pone en evidencia algo que muchos sospechaban: ni siquiera los proyectos estratégicos de energía renovable están a salvo.
La información fue compartida por la cuenta oficialista Entérate con Aytana Alama, aunque sin muchos detalles sobre los detenidos. Esa falta de claridad despertó las especulaciones: ¿serán trabajadores del propio parque los involucrados? No sería raro, porque hablamos de un robo que, a simple vista, parece haber requerido conocimiento del lugar.
Paneles “almacenados”, pero no funcionando
Según la versión oficial, los paneles y vigas sustraídos no estaban en uso, sino guardados en almacenes. El detalle no convence a todos, porque los reportes no especifican la cantidad exacta de paneles robados, solo que eran “unos cuantos”. Y claro, cuando en Cuba el Estado evita dar cifras, es porque algo huele mal.
Lo cierto es que este no es un caso aislado. Ya en junio pasado, en Colón (Matanzas), dos personas fueron sorprendidas mientras transportaban cinco vigas metálicas de un parque solar en construcción. El descaro fue tal que uno de los implicados iba en un triciclo eléctrico cargado con estructuras de hasta 4 metros. Para colmo, el propio custodio del parque estaba metido en el negocio.
Robos que se repiten
Los casos de sustracciones en parques solares se han vuelto frecuentes. En Jovellanos, Matanzas, la policía detectó que piezas robadas de un parque fotovoltaico en construcción terminaron a la venta en el mercado informal. Hablamos de tornillos especiales que solo se usan en esas instalaciones y que, de repente, aparecían en manos de cuentapropistas. Los especialistas lograron identificarlos, pero la investigación nunca pudo precisar cómo salieron del parque.
Y si retrocedemos un poco más, en diciembre de 2024 se supo de otro robo: esta vez de paneles que abastecían los sistemas de bombeo de agua en comunidades rurales de Las Tunas. Allí, los más afectados fueron familias que ya vivían con lo mínimo y dependían de esas instalaciones para acceder al agua potable.
El fantasma del “sabotaje”
Ante esta ola de robos, el régimen ha lanzado una advertencia seria: los implicados podrían ser acusados de sabotaje, un delito mucho más severo que el simple hurto, al estar relacionado con el sistema electroenergético nacional. En otras palabras, quien robe un panel solar podría terminar enfrentando cargos como si hubiera intentado tumbar el país entero.
Lo cierto es que, mientras la gente se las ingenia para sobrevivir, los parques solares —presentados como orgullo del gobierno— se han convertido en otro objetivo de la delincuencia. Y la pregunta que queda flotando es clara: ¿quién protege al sol de Cuba cuando hasta su energía termina en el mercado negro?