Hay historias que llegan directo al corazón, y la de Marian Anett es una de ellas. Esta joven cubana compartió en TikTok un momento que muchos sueñan y que pocos logran: volver a abrazar a su abuela después de tres años de separación. Y no es cualquier abuela, sino una guerrera de 100 años que la esperaba en el mismo sillón de siempre, con los brazos abiertos y la ternura intacta.
Cuando Marian salió de Cuba rumbo a Estados Unidos, su abuela tenía 97 años. En ese instante, con la maleta llena de ilusiones pero el corazón partido, pensó que ese adiós sería definitivo. “Quizás nunca más la vea”, debió repetirse en silencio mientras guardaba su tristeza. Pero el destino le regaló una segunda oportunidad que ahora emociona a miles en las redes.
El video, publicado en su cuenta @marian_anett, muestra el reencuentro más esperado: ella entrando a la casa y yendo directo hacia su abuela, quien la recibe con calma y con esa mirada que lo dice todo sin palabras. “Me fui cuando tenía 97 años y pensé que no la vería más… Después de 3 años la volví a abrazar. Gracias Dios”, escribió Marian en el clip. La escena, sencilla pero cargada de simbolismo, se volvió viral en cuestión de horas.
Y es que el abrazo de una abuela no tiene comparación. Entre los comentarios de los usuarios, muchos compartieron su propia nostalgia: historias de abuelos que partieron mientras sus nietos estaban lejos, despedidas que nunca llegaron y vuelos que se hicieron demasiado tarde. “Tuviste mucha suerte, muchos no lo logramos”, escribió una seguidora. Otra confesó: “La mía murió estando en travesía y no me pude despedir”.
Pero no todo fueron lágrimas. También hubo esperanza y fe en los mensajes. “Dios permita y yo pueda abrazar a mi abuelo… cuando salí tenía 94 y ahora tiene 97”, comentó alguien, reflejando ese deseo colectivo de que los abuelos, de alguna manera, sean eternos.
Marian, emocionada, respondió a varios de esos mensajes, confesando lo que sintió cuando se fue: “Sentí que no la abracé lo suficiente. Solo le pedía a Dios volver a hacerlo”. Y ese reencuentro fue, para ella, una promesa cumplida.
Su historia no es solo personal, es la de miles de cubanos que cargan con la distancia y con el miedo de perder a los suyos sin poder despedirse. Por eso, su video es más que un recuerdo bonito: es un abrazo colectivo que nos recuerda lo esencial de la vida, la familia y esos momentos que valen más que cualquier sacrificio.
