El nuevo aumento de pensiones en Cuba, anunciado con bombo y platillo por el régimen desde septiembre de 2025, no pasa de ser otro espejismo. Sobre el papel, los jubilados deberían respirar un poco con el mínimo fijado en 4,000 pesos cubanos, pero cuando esa cifra se mide frente al dólar, el euro o la MLC, la supuesta mejoría se desmorona como castillo de arena.
En la calle, donde se mueve de verdad la economía, el dólar ya roza los 420 CUP, el euro 477.5 y la MLC 200. Eso significa que un pensionado apenas recibe el equivalente a 9.5 dólares o menos de 9 euros. En otras palabras, la pensión mínima en Cuba no alcanza ni para cubrir lo que en cualquier otro país del mundo representa un solo día de gastos básicos.
El régimen lo vende como una “medida de protección” amparada en la Resolución 14/2025. Según los números oficiales, más de un millón de personas verán subir su pensión, y hasta se habla de duplicaciones. Sin embargo, el propio Marrero reconoció que se trata de un ajuste parcial porque “no hay recursos” para una reforma integral. Lo curioso es que siempre faltan recursos para los más vulnerables, pero nunca para mantener los privilegios de la cúpula.
El contraste es brutal. El 16 de julio, cuando se anunció la medida, la pensión mínima equivalía a 10.4 dólares. Apenas dos meses después, esa misma pensión se reduce a 9.5 dólares, una caída de casi un 10 % sin que los jubilados hayan llegado a cobrar ni un pago completo bajo el nuevo esquema. El peso cubano se derrumba a una velocidad que ningún anuncio puede maquillar.
El drama se multiplica cuando se miran los precios dentro de la isla. El Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana calcula que hacen falta al menos 30,000 CUP al mes para una dieta básica. Un cartón de huevos ya pasa de los 3,000 CUP, y productos como aceite, leche en polvo o pollo solo se venden en divisas, esas mismas monedas a las que el pueblo no tiene acceso por salarios ni pensiones. En resumen: con 4,000 CUP, un jubilado no llega ni a la puerta del agro.
El propio vicepresidente Salvador Valdés Mesa tuvo que admitirlo públicamente: “con un salario medio de 6,000 CUP no se vive”. Si eso aplica a un salario, ¿qué queda para un jubilado que apenas recibe dos tercios de esa cantidad? La pensión mínima no da ni para un alivio pasajero.
Y lo peor está por venir. Si la devaluación sigue al ritmo actual, en diciembre el dólar podría superar los 455 CUP y el euro acercarse a los 530 CUP. En ese escenario, la pensión mínima de 4,000 CUP no llegaría ni a 9 dólares, perdiendo más del 15 % de su valor en solo cinco meses.
Los jubilados son, quizás, el rostro más doloroso de este desastre. Después de haber entregado toda su vida de trabajo, se encuentran sobreviviendo con menos de 10 dólares al mes, condenados a depender de remesas o a inventar milagros para comer. Mientras tanto, el castrismo se lava las manos, presentando un aumento de papel que la inflación y el mercado negro pulverizan en cuestión de días.
En Cuba, cada vez que el régimen “sube” salarios o pensiones, el dinero dura menos que un cucurucho de maní en el Malecón. Es un círculo vicioso que no se rompe con resoluciones ni discursos, sino con un cambio profundo que el sistema actual no está dispuesto a hacer. Por eso, lo que venden como alivio no es más que un parche mal puesto sobre una herida que no deja de sangrar.
