La actriz cubana Maité Galbán se abrió en canal durante una entrevista reciente en el programa “La Casa de Maka”, y sus palabras todavía resuenan entre quienes las escucharon. Lejos de la típica nostalgia con la que muchos artistas hablan de la isla, Maité fue contundente: “No la extraño, me duele”.
Y es que no hablaba del paisaje, ni del malecón ni de los recuerdos familiares. Hablaba de algo más profundo: la pérdida de sensibilidad humana que, según ella, atraviesa a la sociedad cubana. “Lo que me duele es que se ha perdido la capacidad de entender el problema del otro. La gente ha perdido la sensibilidad… extraño a las personas que quiero, mi carrera, pero Cuba no la extraño, me duele”, confesó con la voz quebrada.
Maité llegó a Estados Unidos en enero de 2024 después de un largo proceso de reunificación familiar. Ese día lo recuerda como un verdadero regalo, casi como un renacer. Volver a abrazar a su papá, a su hermana, a sus sobrinos, significó cerrar un ciclo de espera y abrir otro lleno de retos. “Llegar fue como volver a casa”, aseguró emocionada.
Pero la vida del exiliado nunca es color de rosa. Ella misma lo reconoció: emigrar trae consigo lágrimas, duelos y desgarros difíciles de explicar. Aunque agradece la oportunidad de empezar de nuevo, no esconde el costo personal de dejar atrás su tierra y parte de su historia. “Salir de Cuba y alejarse de la familia es pasar por momentos durísimos; la emigración no es solo alegría, es también lágrimas”, admitió.
Días antes de la entrevista, Maité ya había hecho ruido en TikTok con un video que tocó fibras sensibles. Allí compartió cómo ha ido desarmando, poco a poco, los prejuicios que enfrentó al llegar. “Todas las cosas que me dijeron que eran imposibles, paso a paso, las he ido logrando”, dijo con firmeza.
Contó que muchos le aseguraban que no podría trabajar mientras cuidaba niños pequeños, que no iba a poder manejar porque nunca lo hizo en Cuba, o que dependería de otros para salir adelante. Hoy la realidad es otra: tiene trabajo, conduce con licencia propia, superó una cirugía y la pagó de su bolsillo, sin pedir ayuda a nadie.
En su mensaje, lanzó un consejo directo a quienes atraviesan el mismo camino: “No dejes que nadie te coja lástima, ni tú mismo te la cojas. Levántate y anda, porque la vida no te la resuelve nadie”. Un llamado a la resiliencia que arrancó aplausos digitales.
Las reacciones no tardaron en llegar. Cientos de cubanos le dejaron mensajes de apoyo: “Eres una guerrera”, “Un ejemplo a seguir”, “Yo también he pasado por lo mismo”. Su testimonio se convirtió en espejo de miles de historias de sacrificio, lucha y esperanza que viven los cubanos en el exilio.
La historia de Maité Galbán no se trata de victimismo, sino de resistencia. Habla con lágrimas cuando menciona a Cuba, pero con firmeza cuando habla de su presente. Y en esa dualidad, entre el dolor y la determinación, se resume lo que significa ser cubano fuera de la isla: cargar con una herida abierta, pero seguir adelante con la cabeza en alto.
