El régimen cubano vuelve a encender las alarmas con el dengue, una enfermedad que cada año se lleva vidas en la isla y que el sistema de salud, colapsado y sin recursos, no logra controlar. El doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología, salió en la televisión oficial este miércoles para admitir que hay ocho pacientes en terapia intensiva, siete graves y uno en estado crítico, una señal clara de que la situación está peor de lo que quieren reconocer.
Según Durán, las lluvias recientes, la basura acumulada en cada esquina y la falta de higiene en los depósitos de agua han disparado la presencia del mosquito Aedes aegypti. Lo curioso es que el funcionario habla como si todo esto fuera culpa del pueblo, sin reconocer que la incompetencia del gobierno ha llevado a la isla a un escenario perfecto para la propagación de estas enfermedades. Calles llenas de desechos, agua estancada y una infraestructura en ruinas son el mejor caldo de cultivo para el dengue.
El propio epidemiólogo reconoció que ocho provincias ya reportan transmisión activa, con focos serios en municipios de Guantánamo, Santiago de Cuba y Sancti Spíritus, esta última recién incorporada a la lista roja con el municipio de Trinidad. En resumen, medio país está bajo el azote del mosquito y la otra mitad vive con miedo de que llegue a su zona.
El discurso oficial insiste en que “hay que eliminar los criaderos en patios, azoteas y alrededores”, como si la población tuviera los medios para enfrentar un problema de tal magnitud. Un mosquito puede criarse hasta en la tapa de una botella, dijo Durán, en tono alarmista, pero sin mencionar que en Cuba escasean desde los insecticidas hasta los brigadistas de fumigación, y que las familias se las arreglan como pueden con agua almacenada en tanques mal tapados porque el suministro es un desastre.
La crisis sanitaria no se limita al dengue. Durán trató de justificar el aumento de consultas por fiebre diciendo que también circulan otros virus como el Oropouche, el chikungunya y hasta influenza. Sin embargo, lo que no dice en cámara es que los hospitales carecen de medicamentos básicos, no hay pruebas suficientes para un diagnóstico certero y los médicos trabajan en condiciones deplorables. En esas circunstancias, cualquier brote viral se convierte en un drama nacional.
Mientras tanto, el MINSAP intenta vender como “logros” que ya se aplique la vacuna antigripal a niños y que en octubre arranque por primera vez en Cuba la vacunación contra el VPH en niñas de cuarto grado. Medidas que suenan modernas, pero que contrastan con la realidad de un país donde ni siquiera hay paracetamol para bajar una fiebre ni suero suficiente para atender una deshidratación.
La situación ya cobró la vida de un niño a inicios de mes. Su nombre era Yoel, y murió víctima de dengue hemorrágico. Una tragedia que refleja cómo las familias cubanas quedan desamparadas frente a un sistema de salud que alguna vez fue orgullo del castrismo, pero que hoy se derrumba bajo el peso de la miseria y el abandono.