Una enfermera del Hospital Ginecoobstétrico “José Ramón López Tabranes” en Matanzas vivió una noche de terror este martes cuando fue atacada con un arma blanca por su expareja dentro de la propia institución médica. El hecho, ocurrido en horario nocturno, dejó en evidencia una vez más las fallas de seguridad en los centros de salud de Cuba, que ni siquiera logran proteger a su propio personal.
Según la nota oficial divulgada por la Dirección Provincial de Salud, la víctima fue atendida de inmediato por colegas y permanece hospitalizada bajo observación. Su estado es estable, aunque sigue recibiendo cuidados médicos y apoyo psicológico tras el brutal ataque.
La versión oficial y lo que calla el régimen
El comunicado estatal se limitó a decir que el hospital activó los protocolos de seguridad y que, con la intervención de médicos y la Policía Nacional Revolucionaria, el agresor fue detenido en el lugar. Sin embargo, no explicaron cómo el hombre logró entrar con un arma blanca a un centro donde supuestamente hay control estricto de acceso.
Las redes sociales pintan un panorama muy distinto. Testigos aseguran que el individuo entró sin ser detenido por los custodios, se acercó a la víctima y le asestó varias puñaladas antes de que pudieran reducirlo. Incluso circula la versión de que fueron algunas embarazadas presentes en el área quienes intervinieron para salvar a la enfermera, un detalle que las autoridades prefirieron silenciar para no exhibir su incapacidad.
Seguridad de papel y doble moral
Lo más irónico es que este hospital tiene desde hace años restricciones absurdas para los padres de recién nacidos. Muchos solo pueden ver a sus hijos unos minutos y bajo la mirada de los custodios, con la justificación de evitar incidentes familiares. Sin embargo, en la práctica, un agresor armado entró sin problemas y puso en peligro no solo a la enfermera, sino también a pacientes y embarazadas.
Una institución que presume de disciplina y control terminó revelando su fragilidad total ante una situación de violencia, un reflejo del caos que atraviesa el sistema de salud cubano.
Un sistema incapaz de proteger
El hospital, en un comunicado cargado de frases hechas, rechazó “todo acto de violencia” y expresó solidaridad con su trabajadora. Pero más allá de las palabras, queda claro que ni los trabajadores ni los pacientes están seguros dentro de los centros de salud de la Isla, donde la falta de recursos y la indolencia del régimen se combinan en un cóctel peligroso.
Este ataque, además de ser un drama personal para la víctima y su familia, expone la vulnerabilidad de un sistema que lleva décadas en ruinas. Si un hospital no puede proteger a sus enfermeras, ¿qué queda entonces para el pueblo cubano que acude a estos lugares buscando alivio y cuidado?