El ministro de Energía y Minas de Cuba, Vicente de la O Levy, tuvo que reconocer públicamente lo que ya el pueblo sabía de sobra: las patanas eléctricas que tanto cacareó el régimen se fueron de Cuba por falta de pago. Dicho en buen cubano, no había con qué soltarles los dólares a los arrendadores y, como era de esperar, recogieron y se fueron.
En su encuentro con la prensa oficialista, el funcionario explicó que de las ocho patanas que en algún momento funcionaban en la isla, solo quedan dos, que apenas aportan 70 megawatts al Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Con un tono de justificación, soltó: “Todo el pueblo de Cuba sabe, porque es inteligente, que la causa de la salida de las patanas es que no se pudo pagar”.
El problema es que esas unidades flotantes se marcharon en agosto, justo en plena etapa de máxima demanda energética, cuando el calor aprieta y el consumo se dispara. Aunque en su momento el gobierno intentó disfrazar la retirada bajo el pretexto de “razones comerciales”, la realidad salió a flote: el régimen no tuvo dinero para sostenerlas.
De la O Levy intentó echarle un poco de tierra al asunto diciendo que “puede haber ineficiencia”, pero que el 95 % del problema es la falta de financiamiento. Para ilustrarlo, puso como ejemplo la Termoeléctrica Antonio Guiteras, que requiere más de 100 millones de dólares para un mantenimiento capital que nunca llega. Mientras tanto, los cubanos siguen apagando velas y durmiendo bajo el sofocante calor de los apagones.
Hoy por hoy, el sistema eléctrico cubano trabaja con un déficit superior a 2,000 MW, lo que explica los apagones eternos y masivos que se han vivido en los últimos días, como el de La Habana tras la caída inesperada de la unidad 5 de Nuevitas. Para evitar un colapso total, las autoridades no encontraron mejor “solución” que desconectar circuitos enteros en la capital, dejando a cientos de miles sin luz de golpe.
En medio de la debacle, el régimen intenta vender humo con supuestas “mejoras”. Anunciaron que la unidad 1 de la termoeléctrica Lidio Ramón Pérez (Felton, Holguín) se incorporará este fin de semana tras una reparación. También mencionaron la recuperación de generación en Mariel, donde una rotura en una tubería de agua había dejado fuera el bloque, y la vuelta de la unidad 5 de Renté, que llevaba días ajustándose.
Como guinda del pastel, el ministro habló de “apuestas por la energía solar”, asegurando que ya tienen 656 MW instalados de los 1,000 previstos para este año. Según él, se están sincronizando nuevos parques solares “semanalmente” y, además, anunciaron la compra de baterías de acumulación que, según dicen, servirán para estabilizar el sistema.
Pero la verdad es que la historia se repite: muchos anuncios y pocos resultados. El propio ministro tuvo que reconocer que “el combustible no está estable” y que persisten serias dificultades con los lubricantes, los repuestos y el mantenimiento básico.
El resultado es el mismo de siempre: un país en penumbras, con un sistema eléctrico moribundo y un régimen que prefiere maquillar cifras antes que asumir su responsabilidad. Mientras tanto, los cubanos siguen pagando las consecuencias de décadas de abandono, improvisación y corrupción.
