La maquinaria propagandística del régimen volvió a hacer de la miseria un “logro social”. Esta vez, el show fue en Baracoa, donde una niña de apenas 13 años, convertida en madre prematuramente, recibió una vivienda en un acto encabezado por funcionarios locales.
El vocero oficialista Carlos Pérez publicó la noticia en Facebook, presentando la entrega como un “esfuerzo conjunto” de educación, salud y la comunidad. Con el típico discurso vacío, habló de “solidaridad y compromiso social”, como si el hecho de que una menor de edad cargue ya con la maternidad fuera motivo de celebración.
También la Dirección Municipal de Salud en Baracoa compartió la historia en redes sociales, destacando la presencia de dirigentes del Consejo Popular y del intendente en la ceremonia. Todo un despliegue de sonrisas falsas para maquillar lo que, en realidad, es una tragedia.
Detrás de la foto propagandística se esconde una realidad brutal: el embarazo infantil en Cuba es un problema grave y silenciado. En lugar de prevenir abusos, violencias y uniones precoces, el régimen prefiere usar estos casos como propaganda, mientras miles de madres con varios hijos claman en vano por ayuda estatal.
Lejos de ser un logro, una niña convertida en madre refleja el fracaso de políticas públicas inexistentes. Los embarazos adolescentes en la isla están directamente ligados a la deserción escolar, a la pobreza y a un futuro hipotecado. Pero el castrismo insiste en mostrarlo como “solidaridad revolucionaria”, sin asumir las causas estructurales que lo provocan.
Los propios comentarios en redes sociales desnudaron la farsa. Internautas cuestionaron qué precio tendrá que pagar la menor por esa supuesta ayuda, recordaron que muchas madres trabajadoras jamás han recibido una casa, y criticaron que el régimen incumplió viejas promesas de vivienda para familias numerosas. Otros usuarios, desde su experiencia, denunciaron la crudeza de vivir años en instituciones estatales sin solución, a diferencia de la “casualidad mediática” de Baracoa.
Algunas voces advirtieron algo clave: si el sistema de salud y educación no se enfocan en prevenir los embarazos precoces, otros adolescentes podrían ver en la maternidad temprana un camino para obtener beneficios. Un mensaje peligroso en un país donde la desesperanza pesa más que los discursos oficiales.
El problema no es nuevo ni aislado. El propio Fondo de Población de Naciones Unidas ha señalado que, aunque Cuba mantiene una fecundidad general por debajo del índice de reemplazo poblacional desde 1978, la tasa de fecundidad adolescente sigue siendo elevada y comparable con la de América Latina.
Las razones de la baja natalidad son múltiples: crisis económica, falta de oportunidades laborales, deterioro de la salud pública, y un sistema educativo en ruinas. Sin embargo, nada de eso impide que la falta de educación sexual integral y la permisividad hacia uniones tempranas sigan empujando a muchas niñas hacia maternidades forzadas.
En medio de migración masiva, servicios públicos colapsados y un país que envejece a pasos agigantados, la dictadura prefiere posar para la foto y presentar la tragedia como triunfo. Convertir en propaganda el drama de una niña-madre es otra muestra de cómo el castrismo normaliza la desgracia para alimentar su discurso vacío.