El castrismo volvió a sacar el mismo cuento de siempre: echarle la culpa al embargo estadounidense de la debacle energética que mantiene a los cubanos entre la oscuridad y el calor. Esta vez, el show se centró en la Central Termoeléctrica (CTE) Carlos Manuel de Céspedes, en Cienfuegos, una planta que alguna vez fue referencia y hoy es símbolo del desastre eléctrico que sufre la isla.
Durante la presentación del informe sobre el impacto del embargo, el canciller Bruno Rodríguez aseguró que la termoeléctrica sufrió un “daño directo” porque una empresa extranjera se negó a brindar asistencia técnica. Según dijo, el problema fue que los equipos tenían “más de un 10% de componentes estadounidenses”, lo cual habría impedido la reparación urgente de una de las unidades claves para sostener la generación eléctrica.
Pero el canciller no se quedó ahí. Aprovechó la tribuna para soltar cifras millonarias y repetir el mismo estribillo de siempre: que el embargo es la raíz de todos los males. Rodríguez habló de 7,556 millones de dólares en supuestas pérdidas solo en 2024 y hasta se atrevió a decir que, sin esa política, el PIB cubano habría crecido un 9,2%.
En X escribió que “dos meses de bloqueo ocasionan daños por 1,600 millones, lo equivalente al combustible para satisfacer la demanda eléctrica del país”. Y en otro mensaje aseguró que “12 días de embargo equivalen a 250 millones USD”, el costo anual de mantener el Sistema Electroenergético Nacional.
Las cuentas que no cuadran
Lo curioso es que las propias cifras del régimen lo desmienten. El ministro de Economía, Joaquín Alonso, reconoció en julio que lo que entra al país hoy no alcanza ni para la comida, ni para el combustible, ni para mantener las plantas básicas en pie. Además, en 2024 la economía cubana no creció, sino que se contrajo un 1,1%. La crisis es interna, no importada.
La Carlos Manuel de Céspedes, que en su momento fue una de las termoeléctricas más estables de Cuba, hoy es una ruina. En los últimos meses ha encadenado averías, retrasos en reparaciones y promesas incumplidas.
En septiembre, la Unidad 3 quedó fuera por una rotura en el condensador, mientras que la Unidad 4 lleva casi un año apagada. Primero dijeron que estaría lista en junio, luego en octubre de 2025, y aún sigue paralizada por grietas en la caldera y fallos en el sobrecalentador. La Unión Eléctrica sigue sacando comunicados, pero la realidad es que no hay electricidad ni soluciones.
La oscuridad como rutina
El resultado está a la vista: apagones interminables que tienen al pueblo desesperado. El pasado 10 de septiembre, la caída total del Sistema Electroenergético Nacional dejó prácticamente a toda Cuba sumida en un apagón masivo, recordándole a la gente que la luz en la isla depende más de la suerte que de la gestión estatal.
Mientras el régimen insiste en culpar al embargo, los cubanos saben bien que lo que falla no son los cables ni las piezas importadas, sino la incapacidad y el abandono de un sistema que ya no da más.
La termoeléctrica de Cienfuegos, hoy en ruinas, es el espejo donde se refleja la mentira oficial: culpar al embargo mientras la isla se hunde en la oscuridad.