El Sistema Eléctrico Nacional (SEN) sigue en caída libre y dejando al pueblo cubano a oscuras. Los apagones se han vuelto parte de la rutina diaria, con cortes que duran horas y horas en todos los rincones de la isla. Lo que antes era un “problema puntual” hoy se ha convertido en una condena permanente para millones de cubanos.
La Unión Eléctrica (UNE) reconoció este jueves que las afectaciones se extendieron durante las 24 horas del día anterior y que incluso la madrugada amaneció con apagones. El momento más crítico llegó a las 9:30 de la noche del miércoles, cuando el déficit alcanzó 1,885 megavatios, dejando media Cuba a oscuras.
Según los propios datos oficiales, la demanda nacional está muy por encima de lo que realmente se puede generar. La disponibilidad es apenas de 1,499 MW, mientras que el país demanda 2,679 MW, lo que provoca un déficit de más de 1,180 MW. Y lo peor viene en el horario pico, cuando se prevé una demanda de 3,450 MW frente a una disponibilidad de solo 1,690 MW. Es decir, una diferencia brutal que condena a los cubanos a apagones cada vez más largos y desesperantes.
El desastre no se debe solo a las averías, sino también a los mantenimientos eternos y a la falta de combustible que el régimen nunca logra garantizar. Entre las plantas fuera de servicio están la Unidad 5 de Nuevitas, la Unidad 3 de Renté y la Unidad 2 de Felton. A eso se suman mantenimientos en otras termoeléctricas clave como Mariel, Santa Cruz, Felton y Céspedes, lo que deja al sistema aún más cojo.
A las roturas hay que añadirle la escasez crónica de combustible, que mantiene paralizadas 43 centrales de generación distribuida, con 257 MW que no producen nada. Y por si fuera poco, hay otras 166 MW inactivos por falta de lubricantes. En total, más de 423 MW se pierden por la ineficiencia y el abandono del sistema eléctrico.
Ni La Habana se salva. La Empresa Eléctrica de la capital admitió que los apagones golpearon a la ciudad durante toda la jornada, con un pico de 155 MW de afectación a las 6 de la tarde. El servicio no se restableció hasta las dos de la madrugada, y todos los bloques programados fueron castigados, mostrando una vez más que el régimen ni siquiera logra cumplir su propio cronograma de cortes.
Aunque las autoridades intentan maquillar la crisis hablando de los parques solares, la realidad es que su aporte es mínimo frente a una demanda tan alta. Los 31 parques fotovoltaicos generaron 2,149 MWh con una potencia máxima de 477 MW, pero esa cifra resulta insignificante para un país entero que depende de una red eléctrica hecha trizas.
El panorama no muestra señales de mejora. Al contrario, cada día empeora. Millones de cubanos siguen atrapados en la oscuridad, sin electricidad para cocinar, para conservar alimentos o simplemente para descansar. La crisis eléctrica se ha convertido en el símbolo perfecto de un sistema agotado, incapaz de garantizar lo más básico, pero siempre listo para buscar excusas mientras el pueblo carga con las consecuencias.
