En Cuba, la creatividad y la alegría no conocen horarios. Una prueba más llegó desde una escuela del país, donde un video publicado en TikTok por la cuenta @la.profedivertida se volvió viral en cuestión de horas. ¿El motivo? Una profesora que decidió unirse a sus alumnos en pleno patio escolar a un animado baile de reparto.
En las imágenes se puede ver a varios estudiantes marcando los pasos del reguetón mientras sus compañeros aplauden y gritan al ritmo de la música. Minutos después, la docente aparece y se lanza a la pista con toda la energía, sorprendiendo y llenando de euforia al grupo. La complicidad entre profesora y alumnos fue inmediata: risas, coreografía sincronizada y un ambiente de pura diversión que contagió a todos.
El clip desató una ola de comentarios en redes sociales. Muchos celebraron la actitud de la docente, destacando su cercanía con los estudiantes: “Esos son los profesores que se quieren de verdad y nunca se olvidan”, escribió un internauta. Otro agregó: “Tuve una profesora así en la secundaria, en los recreos era como una más de nosotros, pero en clases era de las más exigentes”.
Sin embargo, no todos fueron aplausos. Algunos usuarios criticaron la escena, considerándola un reflejo de la decadencia cultural: “El hombre nuevo, el logro de la revolución: el reparto en su más baja y decadente expresión”, comentó un seguidor. Incluso surgieron reacciones cargadas de nostalgia y esperanza, como: “Eso nada más se vive en mi Cuba, espero algún día sea libre. Bendiciones”.
Más allá de los debates, lo cierto es que el video generó conversación sobre la relación docente-alumno y el rol de la música en los espacios escolares. La escena mostró que, cuando se hace con respeto y entusiasmo, un gesto tan sencillo como bailar puede unir generaciones, fomentar la creatividad y mejorar la convivencia.
El clip no solo acumula miles de reproducciones en TikTok, sino que también recuerda que la educación no siempre se mide en libros y pizarras. A veces, una coreografía, una sonrisa y un poco de ritmo pueden dejar una huella más duradera que cualquier lección escrita. Y en esta escuela cubana, la profesora no solo enseñó baile: enseñó alegría, cercanía y un ejemplo de cómo disfrutar de la vida, incluso dentro del aula.