Raúl Guillermo Rodríguez Castro, mejor conocido como El Cangrejo, volvió a encender la indignación en redes sociales tras aparecer en una fiesta de lujo en el Hotel Playa Cayo Santa María Beach Resort & SPA, uno de los sitios más exclusivos de la isla. Mientras el cubano de a pie sobrevive entre apagones eternos, hambre y hospitales en ruinas, el nieto de Raúl Castro se pasea sin pudor entre luces, música en vivo y mesas repletas de manjares.
La imagen, difundida por Cubanos por el Mundo, lo muestra en primera fila, con ropa de marca y compartiendo mesa en un ambiente de opulencia que parece sacado de otro planeta. El evento no fue cualquier cosa: lo organizó Gaviota, el emporio turístico en manos de los militares y uno de los pilares económicos de la familia Castro. En otras palabras, la riqueza que debería ser del país, una vez más, terminó convertida en fiesta privada para la élite.
Un contraste doloroso
Mientras El Cangrejo disfruta de un festín bajo fuegos artificiales, millones de cubanos siguen atrapados en una realidad marcada por la escasez. En la misma isla donde él se divierte, familias pasan hasta 24 horas sin electricidad, los anaqueles de las tiendas están vacíos y los hospitales carecen de lo más básico. El contraste no podría ser más grotesco: lujo para unos pocos, miseria para la mayoría.
La propaganda del “paraíso turístico”
Como si fuera poco, la propia empresa Gaviota compartió un video oficial celebrando la inauguración de la feria “Destinos Gaviota 2025”. Según ellos, se trata de un “hecho histórico” con más de 3,000 visitantes de 45 países, presentado como una supuesta muestra del “renacer turístico” de Cuba.
El show incluyó a artistas como El Micha y otros músicos, con un despliegue de luces y espectáculo que solo reafirma el doble discurso del régimen: afuera venden la idea de un paraíso tropical, mientras adentro el pueblo sobrevive a duras penas en medio de la penuria.
No es la primera vez que se luce
Lo de Cayo Santa María no es un hecho aislado. Hace apenas semanas, El Cangrejo fue visto en Santiago de Cuba disfrutando de conciertos de reguetoneros como Dany Ome y Kevincito El 13 en el bar St. Pauli. Más tarde apareció bailando en primera fila en el “Rumbón Mayor” de la Alameda santiaguera, siempre rodeado de fuertes medidas de seguridad.
En aquel entonces, las críticas también llovieron en redes sociales. Y no era para menos: mientras la cúpula se da vida nocturna, en Santiago la gente sigue aguantando apagones interminables, colas infinitas para un poco de agua y una “alegría” que ya nadie se cree porque no hay ni qué poner en la mesa.
El símbolo del privilegio
El nieto de Raúl Castro, que además ostenta el rango de teniente coronel del Ministerio del Interior y forma parte del equipo de seguridad de su abuelo, es un recordatorio viviente de la impunidad con la que vive la familia real del castrismo. Su presencia constante en fiestas y espectáculos blindados por la seguridad del Estado muestra la distancia cada vez más abismal entre los que mandan y el pueblo que dicen defender.
Mientras la propaganda oficial insiste en culpar al “bloqueo” por todos los males, los herederos del régimen celebran en resorts de lujo que el cubano común jamás podrá pisar. La doble moral del castrismo queda una vez más al descubierto: el socialismo es solo para los de abajo, porque arriba lo que se vive es capitalismo de lujo.