El régimen cubano anda desesperado buscando cómo apagar el fuego del descontento popular, y ahora se sacó de la manga una nueva jugada: liberar a los delegados de circunscripción de sus trabajos habituales para que se dediquen de lleno a “atender al pueblo”. En medio de los apagones interminables y la falta de agua, el plan del castrismo es mandar a sus cuadros políticos a caminar por los barrios, como si eso fuera a resolver la crisis que tienen encima.
La idea salió durante una videoconferencia encabezada por Miguel Díaz-Canel y su primer ministro Manuel Marrero. Desde el Palacio de la Revolución reconocieron, con la boca chiquita, que la situación es grave, pero lo que ofrecieron como solución fue más discurso y menos resultados. Según Marrero, lo importante ahora es “hablar directamente con las personas”, como si el problema fuera de comunicación y no de apagones, hambre y falta de servicios básicos.
En la práctica, esto significa que en lugares como La Habana y Santiago de Cuba los delegados ya no van a trabajar en lo suyo, sino que serán usados como altavoces de propaganda en las comunidades. En palabras de Marrero, los directores municipales deben acompañarlos para “suministrar información a la población”, lo que en buen cubano significa dar muela para calmar el malestar.
La primera secretaria del Partido en Granma, Yudelkis Ortiz Barceló, también repitió el libreto oficial: “nada supera el contacto directo con el pueblo”. En otras palabras, lo que proponen es caminar por los barrios, sonreírle a la gente y soltar promesas vacías, mientras el país se cae a pedazos.
Pero la realidad no se tapa con consignas. En los últimos días se han visto protestas en La Habana y en el oriente del país, como en Gibara, donde los vecinos salieron a la calle a exigir lo que es básico: luz, agua y un mínimo de dignidad. Esa ola de manifestaciones refleja un hartazgo que ningún delegado con libreta y discurso aprendido podrá contener.
Aun así, Díaz-Canel y Marrero se atrevieron a decir que Cuba tiene la capacidad de “superar la crisis” y que están “proyectando futuro”. Claro, no explicaron cuál, ni cómo, ni cuándo. En resumen, más de lo mismo: promesas huecas, un teatro político para ganar tiempo, mientras la gente sigue lidiando con colas, apagones y sed.