Un viaje que debía ser largo pero normal, terminó en tremendo drama para los pasajeros del tren extra número 18, que salió de Manzanillo rumbo a La Habana. Durante la travesía, varios viajeros comenzaron a presentar síntomas de intoxicación alimentaria, lo que obligó a detener el recorrido de emergencia. Lo que pasó después es otra muestra de cómo los trenes en Cuba, más que transporte, parecen un reto de supervivencia.
La buena noticia es que, tras la pesadilla, todos los afectados fueron dados de alta en Villa Clara. Según explicó el doctor Yandry Alfonso Chang, director de Asistencia Médica y Medicamentos en la provincia, este viernes en la mañana se les hizo una nueva evaluación y, por suerte, ya estaban fuera de peligro. Eso sí, el mal rato no se lo quita nadie.
📷 Captura de Facebook/Eduardo Rodríguez Dávila
Las primeras investigaciones señalan que el origen de la intoxicación estaría en algún alimento consumido durante el trayecto. Muestras fueron enviadas al laboratorio, pero los resultados definitivos se conocerán entre 24 y 72 horas. Así lo comunicó en su perfil de Facebook el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, que por supuesto tuvo que salir a dar la cara en medio de tanto revuelo.
Mientras se investigaba, los pasajeros que habían quedado varados fueron trasladados en ómnibus hacia La Habana. El delegado del transporte en Villa Clara, Juan Carlos Ferriol, confirmó el operativo de rescate, que también contó con la ayuda de los vecinos del poblado de Jicotea. Gente solidaria que salió a echar una mano a los afectados, porque cuando el sistema falla, siempre es el pueblo quien responde primero.
📷 Captura de Facebook/Eduardo Rodríguez Dávila
El gobierno, como siempre, intentó vender la historia resaltando la rápida atención médica y la cobertura mediática del hecho. Pero la realidad es que este episodio vuelve a destapar lo que todos saben: viajar en tren en Cuba es como jugar a la ruleta rusa. Entre la comida de dudosa procedencia, los vagones deteriorados y la improvisación constante, cualquier cosa puede pasar.
Según Rodríguez Dávila, al llegar a la Estación Central de La Habana, pasada la medianoche, los pasajeros fueron llevados en ómnibus hacia sus municipios de residencia. También aclaró que el SIUM estuvo listo para atender emergencias, aunque finalmente no fue necesario. Eso sí, reconoció que “un evento como este no debe ocurrir” y prometió medidas para que no se repita.
La víspera del caos, el tren tuvo que detenerse porque varios pasajeros presentaron un brote diarreico severo. En total, 653 personas fueron pesquisadas y 25 terminaron ingresadas en hospitales: 20 adultos y cinco niños. Los pequeños fueron atendidos en el hospital pediátrico José Luis Miranda de Santa Clara, mientras los adultos quedaron en el hospital provincial Arnaldo Milián Castro.
Al final, todos están fuera de peligro, pero este incidente deja claro que la precariedad de los servicios ferroviarios en Cuba no solo es incómoda: también puede poner en riesgo la salud de los pasajeros.