Mike Hammer, jefe de Misión de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, volvió a dar de qué hablar. Este viernes, al conmemorar los 10 años de la reapertura de la sede diplomática en La Habana, el diplomático aprovechó para reafirmar el compromiso de Washington con el pueblo cubano. Pero lo hizo a su estilo: caminando por las calles, conversando con vecinos y mostrando que la diplomacia también puede ser cercana y humana.
En su cuenta de X, Hammer subrayó la importancia de mantener contacto directo con los ciudadanos. “Hoy conmemoramos 10 años desde que volvimos a abrir nuestra Embajada. Seguimos con nuestra misión de apoyar al pueblo cubano en sus aspiraciones para un mejor futuro”, expresó mientras recorría Holguín, Cienfuegos, Bayamo y Güines. Allí saludó a ancianos, jóvenes, mujeres y niños, escuchando de primera mano sus preocupaciones y sueños.
Durante su visita a Cienfuegos, Hammer incluso se sentó a disfrutar de un partido infantil de béisbol con una familia local. “Los cubanos que he conocido en mis recorridos por toda la isla merecen un mejor futuro”, afirmó. Con una gorra del equipo local, aseguró que siempre apoya a los que luchan y sufren, pero siguen determinados a llegar a la victoria. Y, con su toque característico, añadió: “Si me ven, invítenme a jugar un dominó o a tomarnos un cafecito”.
Desde que llegó a Cuba en noviembre de 2024, reemplazando a Benjamin G. Ziff, Hammer ha apostado por una diplomacia directa y abierta. Sus recorridos no se limitan a reuniones oficiales; también se encuentra con artistas, activistas y ciudadanos comunes, algo poco común en un contexto donde el gobierno restringe el contacto de diplomáticos con la población.
No todo ha sido fácil: en Matanzas fue seguido por agentes de la Seguridad del Estado, y en Varadero un grupo de “revolucionarios” lo confrontó por críticas al embargo. Sin embargo, Hammer no se detiene: continúa presentándose en espacios públicos y dialogando con la gente, mostrando un contraste marcado con el hermetismo del régimen cubano.
Su estilo ha generado críticas del gobierno, que lo calificó de “cínico” y emisario de la política de “asfixia” de Washington. Pero para Estados Unidos, su labor es estratégica: promover derechos humanos, libertades fundamentales y reforzar relaciones bilaterales en áreas clave como seguridad regional.
En sus recientes viajes a Miami y Washington, Hammer también abordó la crisis energética y la situación de los presos políticos cubanos. Su mensaje es claro: el pueblo cubano merece decidir su destino sin tutelas ni represión. Y cada encuentro directo con ciudadanos es un recordatorio de que la verdadera diplomacia se construye escuchando, caminando las calles y reconociendo que detrás de cada apagón y escasez hay personas con sueños de un futuro mejor.