La historia se repite y cada vez suena más escalofriante. Otro cubano terminó capturado en la guerra de Ucrania, esta vez identificado como Ernesto Míchel Pérez Alvelaes, un joven de Trinidad que jamás pensó verse metido en un frente de batalla. Su caso destapa nuevamente la red de engaños y promesas falsas con las que cientos de cubanos están siendo arrastrados al conflicto.
Según las Fuerzas Armadas de Ucrania, Ernesto es el tercer cubano capturado combatiendo del lado ruso. El muchacho, nacido en 1999, trabajaba como obrero de la construcción en Moscú hasta que, el 1 de agosto, fue reclutado por el ejército ruso. Lo que parecía un trabajo temporal en la construcción terminó siendo otra cosa muy distinta: un pasaje directo al frente de guerra.
De acuerdo con la Asamblea de la Resistencia Cubana (ARC), el joven fue enviado supuestamente a labores de reconstrucción en zonas ocupadas, pero la realidad lo golpeó de frente. Ernesto confesó haber visto morir a más de 10 compatriotas en combate. Con apenas 25 años, su relato es una advertencia: “Muchos no sobrevivieron. Me dijeron que iba a trabajar en la construcción, pero era mentira”.
Al ver la magnitud de la ofensiva rusa y temer por su vida, Ernesto tomó la única decisión posible: entregarse a las tropas ucranianas. Su captura salió a la luz justo cuando en Washington se celebraba una reunión sobre seguridad nacional, donde congresistas cubanoamericanos como Mario Díaz-Balart, Carlos Giménez y María Elvira Salazar advertían sobre la creciente participación de cubanos en la guerra, con la supuesta complicidad del régimen de La Habana.
Y no se trata de un caso aislado. En una conferencia de prensa con delegados ucranianos, se reveló que miles de cubanos han sido usados como carne de cañón por Moscú, con apoyo del gobierno cubano en el traslado y la logística. Ucrania incluso pidió sanciones económicas contra el régimen y que el Consejo de Europa lo declare estado terrorista por su rol en el conflicto.
El Dr. Orlando Gutiérrez Boronat, portavoz de la ARC, fue claro en sus declaraciones: “La dictadura explota al pueblo cubano enviando jóvenes a morir por una guerra que no representa a Cuba”. Desde 2023, cientos de jóvenes han sido tentados con salarios altos, papeles rusos y beneficios migratorios. Pero al llegar, la realidad es brutal: bases militares, fusiles y guerra sin preparación ni consentimiento.
El escándalo estalló el año pasado, cuando dos muchachos de 19 años, Andorf Velázquez y Alex Vega, denunciaron públicamente el engaño en un video: “Todo fue una estafa. Tenemos miedo”. Pese a estas evidencias, el régimen cubano sigue lavándose las manos. En junio, el vicecanciller Carlos Fernández de Cossío negó cualquier vínculo oficial con los reclutamientos.
Sin embargo, investigaciones de medios ucranianos como Schemes han demostrado lo contrario: cientos de cubanos combaten en unidades rusas, entre ellas la temida 106ª División Aerotransportada y escuadrones del Grupo Wagner. Mientras tanto, en Cuba, las familias esperan respuestas que nunca llegan, sin noticias de sus hijos atrapados en la maquinaria bélica de Putin y sin esperanza de que el gobierno les diga la verdad.
