En Guantánamo la noticia que corre como pólvora es el robo de un “coppelita”, esas famosas máquinas de helado que todos los cubanos reconocemos a primera vista. Pero lo que más ha sorprendido no es solo el hurto en sí, sino la millonaria recompensa (sí, ¡100 mil pesos cubanos!) que un joven ofrece para recuperarlo.
El anuncio salió este viernes en redes sociales de un internauta conocido como Enyer Produce, quien desesperado contó que la máquina fue robada de madrugada justo frente a la empresa cárnica de Guantánamo. El afectado asegura que no fue cosa de uno solo: varias personas participaron en el hurto, porque mover un artefacto de ese tamaño y peso no es tarea fácil.
Para que la cosa no quedara en silencio, el joven grabó un video que ya circula en redes sociales. En él pide a la población que se una a la búsqueda de su máquina de helados y suplica que la noticia se vuelva viral para llamar la atención de las autoridades. Con voz quebrada, explicó que ese coppelita era fruto de un esfuerzo familiar y servía para el sustento de su primo, estudiante de Medicina, y de la esposa de este, que trabaja como profesora.
“Es doloroso lo que está pasando aquí en Guantánamo, porque hay personas que no quieren trabajar y buscan dinero fácil robando”, expresó con evidente indignación. Y la verdad, sus palabras resonaron fuerte en la comunidad.
El robo desató una ola de comentarios en Facebook y otras plataformas, donde los vecinos no solo mostraron apoyo al afectado, sino que aprovecharon para denunciar que no es un caso aislado. Al contrario, dicen que en las últimas semanas varios guantanameros han quedado “en la ruina” tras ser víctimas de robos similares.
Hasta ahora no se ha dado a conocer ninguna respuesta oficial de la Policía. Esa ausencia ha levantado aún más molestia entre los ciudadanos, que ven cómo la inseguridad crece mientras los patrullajes son escasos y las calles siguen mal iluminadas.
Lo cierto es que en Guantánamo, y en gran parte de Cuba, las redes sociales se han convertido en la principal vía para denunciar y pedir ayuda. La gente desconfía de las instituciones, así que prefiere exponer públicamente los hechos, compartir videos de cámaras de seguridad y contar con la colaboración de la comunidad para identificar ladrones.
Este caso del coppelita robado refleja más que un simple hurto: es el retrato de la desesperación de una familia trabajadora, la impotencia de una comunidad cansada de la delincuencia y la creatividad de los cubanos que, ante la falta de respuestas oficiales, recurren a la unión digital como su mejor arma.