La Aduana General de Cuba anunció con bombos y platillos que detectó más de 23 mil dólares en efectivo escondidos en el equipaje de un pasajero que intentaba salir del país por el Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana.
Según explicó el vicejefe de la entidad, Wiliam Pérez González, el dinero estaba repartido en varios escondites: un paquete de toallitas húmedas, un doble fondo en la mochila y hasta en el cinto del viajero. Con lujo de detalles, el funcionario describió los “ingeniosos” métodos de ocultamiento, como si se tratara de una película de acción.
La “hazaña” de la radiografía
El caso, según la nota oficial, se resolvió gracias a la “pericia” de una joven radióloga del aeropuerto, que detectó irregularidades durante la inspección. Desde entonces, el régimen no ha perdido tiempo en convertirla en heroína de la jornada, como si con eso se tapara la verdadera crisis que asfixia al país.
En Cuba, cualquier persona que intente salir o entrar con más de 5,000 dólares debe declararlo, una regla que en la práctica solo sirve para que el Estado controle hasta el último centavo que circula. Mientras tanto, los cubanos de a pie no tienen ni cómo juntar 50 dólares para sobrevivir en el mercado negro.
El discurso de siempre: “defender los recursos del país”
La Aduana aseguró que mantiene medidas estrictas para enfrentar operaciones ilegales y “proteger los recursos de la nación”. Pero todos sabemos que lo que realmente protege el régimen es su monopolio sobre las divisas, esas mismas que faltan en las casas de cambio, en los bancos y en el bolsillo de cada trabajador cubano.
No es la primera vez que la prensa oficial intenta vender estas incautaciones como grandes victorias. Hace poco también presumieron de haber frustrado el contrabando de más de 4,500 tabacos falsos en el mismo aeropuerto habanero. Otro “golpe al delito” que, en realidad, no cambia nada en la vida diaria del cubano, que sigue haciendo colas interminables para comprar pollo o aceite.
La doble moral del régimen
Mientras se exhiben estos casos como trofeos, lo que no dicen es que miles de cubanos arriesgan su vida a diario para poder reunir unos dólares que les permitan escapar del hambre. El régimen controla, confisca y castiga al que intente salir con divisas, pero es incapaz de garantizar que en la Isla circule una moneda que sirva para algo.
Al final, la noticia no es que un viajero llevaba escondido dinero en un paquete de toallitas, sino que en Cuba cada dólar que no pase por las manos del Estado es considerado un crimen. La Aduana se vanagloria de sus “éxitos”, pero lo que en realidad muestra es el nivel de desesperación de un país donde el dinero se esconde porque no hay manera de ganarlo legalmente.