El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel se dejó caer este sábado en la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, la planta que todavía sobrevive como la más eficiente del país, para “chequear” —según la propaganda oficial— el programa de recuperación del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Los medios del régimen informaron que la Guiteras apenas logra sostener 226 MW, limitada por problemas en una bomba de alimentación y el alto consumo de agua. La meta, aseguran, es mantenerla en pie hasta diciembre, cuando se le hará un mantenimiento “capital” que durará seis meses completos, con la promesa de que después llegue a generar 315 MW. Otra promesa más en una isla donde los apagones se han convertido en la norma y no en la excepción.
Durante la visita, Díaz-Canel soltó su discurso habitual: “Es muy estimulante visitar esta emblemática termoeléctrica y apreciar el compromiso de los trabajadores”, dijo, como si unas palabras bonitas pudieran resolver el desastre energético. También insistió en que el mantenimiento mayor es “inaplazable” y pidió que se prepare “con calidad”, mientras la gente de a pie sigue sin corriente durante más de 20 horas diarias en algunos territorios.
Para maquillar el desastre, los directivos anunciaron medidas de “apoyo” a los obreros: un aumento salarial que no alcanza ni para el arroz, entrega de alimentos y aseo a cuentagotas y atención médica “especializada”. Todo un paquete de migajas que el régimen presenta como incentivo, mientras sigue exprimiendo a la población con apagones, inflación y hambre.
La gira de Díaz-Canel no se quedó ahí. Antes pasó por las plantas de Mariel y Santa Cruz del Norte, donde se habló de sincronizar la unidad 5 de la termoeléctrica Máximo Gómez para que aporte 65 MW, mientras las unidades 6 y 8 esperan arreglos en octubre y noviembre. En resumen: más remiendos y parches, cero soluciones reales.
Mientras tanto, Cuba enfrenta otro fin de semana en tinieblas. Según la Unión Eléctrica (UNE), el déficit de generación este sábado supera los 1,800 MW. El viernes la electricidad estuvo afectada las 24 horas y, para la noche, la demanda podía rozar los 3,500 MW, frente a una disponibilidad de apenas 1,775 MW. Eso significa que el país se hunde en un déficit de más de la mitad de la demanda nacional, con apagones interminables que reventaron la paciencia de millones de cubanos.
En la calle, el discurso oficial de “compromiso” y “sacrificio” ya no convence a nadie. La realidad es que el SEN está en ruinas por décadas de abandono, corrupción y falta de inversiones serias. Cada visita del gobernante no es más que un teatro para intentar disfrazar lo indisimulable: el régimen es incapaz de garantizar lo más básico, la corriente eléctrica, y ha condenado a Cuba a vivir entre apagones y discursos vacíos.