Un nuevo escándalo sacudió a Matanzas y dejó al descubierto la fragilidad del sistema de comercio estatal en Cuba. Esta vez, el escenario fue la bodega El Cliente, ubicada cerca del hospital pediátrico provincial, donde en plena madrugada unos ladrones se llevaron lo poco que quedaba en sus estantes.
El botín fue variado: siete sacos de arroz y un pico de 40 kilos, casi 50 kilos de azúcar, leche en polvo, sal, jabones, un ventilador, una cafetera eléctrica y hasta una bocina de música. Vamos, que no dejaron casi nada atrás. Sin embargo, la Policía del Minint logró identificar y detener a los implicados, quienes confesaron el delito. Los productos fueron recuperados, pero el episodio abrió una conversación más grande: ¿qué está pasando con la seguridad en las bodegas?
El propio director de Comercio municipal reconoció que de las 139 bodegas de Matanzas, 27 no tienen custodios. Sí, las plazas existen, pero nadie quiere ocuparlas porque los salarios son de risa. Al final, la responsabilidad recae en los administradores, a quienes se les exige proteger los productos sin recursos ni apoyo.
En redes sociales, las reacciones no tardaron: “Paguen mejor y verán cómo aparecen custodios”, escribió una usuaria. Otros se indignaron al saber que algunos administradores podrían ser obligados a hacer guardias nocturnas sin cobrar un centavo extra. Una medida absurda en un país donde el esfuerzo de los trabajadores rara vez se reconoce.
Y ojo, este no es un hecho aislado. Según la prensa oficial, en 2023 hubo más de 50 robos a bodegas en Matanzas, la cifra bajó en 2024, pero solo en lo que va de 2025 ya suman tres. A nivel nacional, la ministra de Comercio Interior reconoció que en la primera mitad de este año se registraron 163 hurtos en bodegas estatales, lo que confirma que el problema no se detiene.
Cada robo refleja algo más profundo: la crisis de abastecimiento y el hartazgo ciudadano. ¿Qué sentido tiene custodiar una bodega vacía? Cuando llega un saco de arroz o una bolsita de leche, se convierte en oro en polvo. Y en medio de apagones, hambre y falta de control, el delito encuentra terreno fértil.
No es solo arroz, chícharos o jabones lo que se roba: es la confianza de la gente en un sistema que no garantiza lo básico. Y mientras el gobierno culpa a los ladrones y promete más vigilancia, la población se pregunta lo mismo de siempre: ¿cuándo van a resolver la raíz del problema, que es la escasez?
En Cuba, hasta cuidar un saco de arroz se ha vuelto una misión imposible.