Al menos 49 personas resultaron heridas, entre ellas nueve menores de edad, tras un violento accidente ocurrido la mañana de este lunes 22 de septiembre en la carretera hacia Esperanza, a las afueras de Santa Clara, Villa Clara. El choque frontal entre dos ómnibus de transporte dejó escenas de caos y desesperación en la zona.
De acuerdo con la Dirección Provincial de Salud de Villa Clara, cuatro de los lesionados se encuentran en estado grave, con dos adultos reportados como críticos y otros dos pacientes —un adulto y un adolescente— en condición delicada. Todos fueron trasladados con urgencia a hospitales de la provincia, donde enfrentan intervenciones quirúrgicas de alto riesgo.
Los médicos detallaron que los pacientes críticos sufrieron lesiones severas: una fractura abierta de tórax y una fractura deprimida de cráneo, ambas con peligro inminente para la vida. En tanto, los dos reportados como graves permanecen en quirófano, uno con múltiples fracturas en pelvis, cadera y tibia, y el otro con un trauma craneal considerable.
El resto de los heridos presenta policontusiones y lesiones menos graves, aunque siguen bajo vigilancia médica por precaución. Los adultos reciben atención en el Hospital Provincial ‘Arnaldo Milián Castro’, mientras que los menores fueron ingresados en el Hospital Pediátrico ‘José Luis Miranda’.
El accidente tuvo lugar en un tramo conocido como La Rosita, cuando los dos ómnibus chocaron de frente en circunstancias que aún investigan las autoridades. Al lugar acudieron rápidamente ambulancias, personal de salud y efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria para socorrer a las víctimas y recoger pruebas sobre lo sucedido.
Aunque hasta ahora no se han reportado fallecidos, la gravedad de algunos casos mantiene en vilo a las familias y al sistema sanitario local. El siniestro ha encendido nuevamente el debate sobre las pésimas condiciones del transporte público en Cuba y la falta de medidas reales de seguridad vial.
Una vez más queda en evidencia la negligencia de un régimen incapaz de garantizar carreteras seguras ni ómnibus en buen estado, condenando a los cubanos a viajar en un transporte deteriorado que pone en riesgo sus vidas. El pueblo paga las consecuencias, mientras los de arriba siguen viajando cómodos y sin preocupaciones.