Un nuevo golpe de dolor sacude al ya golpeado sector eléctrico cubano. El liniero Cleivi Pujada Castro, trabajador de la Subestación de Playa Baracoa, perdió la vida mientras reparaba una línea de 7.8 kV en el municipio Bauta, provincia de Artemisa. La tragedia ocurrió en plena faena, en condiciones que, según compañeros de trabajo y activistas, estaban lejos de ser seguras.
Lo más indignante es que, hasta ahora, la Unión Eléctrica (UNE) y las instituciones oficiales guardan silencio, como si la vida de este joven fuera un número más en la larga lista de accidentes laborales que jamás se explican ni se investigan a fondo.
La activista Irma Broek denunció en redes sociales que los linieros “se exponen a constantes riesgos debido a la falta de medidas de protección adecuadas”. Y tiene razón. Todos en Cuba saben que esos hombres que trepan postes bajo lluvia, sol o tormenta, lo hacen casi desnudos de seguridad: sin cascos de calidad, sin guantes aislantes suficientes y con herramientas improvisadas.
En Facebook, los familiares de Cleivi confirmaron la triste noticia. Su primo Liván Pujada escribió con dolor: “Nuestro querido Cleivys ya no está con nosotros. Deja a su esposa y a dos niños que ahora tendrán que crecer sin su papá”. Al mismo tiempo, inició una recaudación de fondos para apoyar a la viuda, Maikelys, y a los pequeños que quedaron huérfanos.
Otro familiar, Jorge Pujada Meléndez, también desahogó su pesar: “La vida fue injusta contigo y la muerte te sorprendió en las alturas. Vivirás en nuestros corazones para siempre porque supiste ganarte el amor y el respeto de todos”. Palabras que estremecen porque dejan claro que Cleivi no solo era un trabajador más, sino un hombre querido y necesario para su familia y su comunidad.
La muerte de este joven liniero no es un hecho aislado, sino parte de una cadena de accidentes en el sector eléctrico. Los trabajadores de la UNE son enviados a enfrentar apagones, tormentas y averías sin los recursos mínimos. Sufren jornadas interminables, escasez de materiales y equipos, y la eterna falta de protección que ya ha cobrado demasiadas vidas.
El régimen se llena la boca hablando de “héroes del trabajo”, pero en la práctica abandona a esos hombres en el terreno. Cleivi se une a la larga lista de cubanos que mueren trabajando en silencio, mientras el gobierno ni siquiera da la cara.