Una estatua dedicada al Che Guevara en la provincia Granma volvió a encender la chispa de la burla en las redes sociales, pero no precisamente por admiración. Lo que debía ser un “homenaje” terminó convertido en un festival de memes y chistes, donde los cubanos bautizaron a la pieza como “el Che Neandertal”, por su aspecto torpe, rústico y deformado, más cercano a una caricatura que a una figura heroica.
La escultura estaba plantada desde hace años en el policlínico que lleva el nombre del guerrillero, en la comunidad de Vado del Yeso, municipio Río Cauto. Sin embargo, no fue hasta que aparecieron fotos recientes, tomadas durante una visita de diputados del régimen, que volvió al ojo público y desató la ola de burlas. Como suele pasar, el intento de propaganda terminó en ridículo.
El castrismo lleva más de seis décadas obsesionado con llenar la Isla de bustos, murales y estatuas de sus “héroes”, tratando de imponer respeto a la fuerza. Pero la realidad es otra: muchas de esas obras parecen salidas de un taller de secundaria o de un videojuego de los 90, grotescas y sin el menor valor artístico. Esta vez no fue diferente.
El periodista independiente José Raúl Gallego fue uno de los primeros en reaccionar, ironizando que en Granma ya tienen un problema serio con las esculturas. “Ese Che Neandertal está de truco”, comentó, para luego compararlo con un personaje jorobado de la telenovela “Tierra Brava”. Otros como Ernesto Morales recordaron que la estatua lleva al menos 15 años en el lugar, aunque muchos vecinos aseguran que fue instalada hace apenas cuatro.
El periodista Mario J. Pentón llevó la crítica al terreno del humor más mordaz: “El Che Neandertal parece sacado de los Supersónicos versión cavernícola. Y la escopeta… ¡eso es un arma de PlayStation 1! ¿Quién fue el artista, un aprendiz de Minecraft?”. Y como suele pasar en Cuba, los comentarios del pueblo tampoco se hicieron esperar: “¡Dime algo de la escopeta!”, soltó un habanero entre risas.
Ante la avalancha de burlas, un periodista oficialista salió al paso aclarando que la escultura fue hecha por un paciente aficionado a la escultura y donada al policlínico, que en principio no representaba al Che sino a un guerrillero genérico. Pero ni esa justificación pudo salvar la pieza, que según varias fuentes ya fue retirada e incluso destruida.
El detalle es que este episodio muestra una vez más el agotamiento de la propaganda oficial. La imagen del Che, que durante años fue usada como un ícono intocable del castrismo, ya no genera respeto sino carcajadas. En su afán de sostener el mito, el régimen terminó ofreciendo una versión caricaturesca de piedra que provocó más memes que aplausos.
La ironía es brutal: el Che, que en vida sembró miedo y violencia en Cuba, ha quedado reducido a una estatua grotesca que la gente se burla en Facebook. El intento de “reafirmar” la leyenda terminó en lo contrario: un recordatorio de que el castrismo ya no puede ni imponer su propia simbología sin hacer el ridículo.
