El Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana volvió a dar de qué hablar, esta vez porque la Terminal 3 se quedó sin climatización por un supuesto “mantenimiento programado”. El anuncio lo hicieron en redes sociales, vendiéndolo como una medida para “mejorar la eficiencia” del sistema, aunque cualquiera que haya pasado por allí sabe que esas excusas suenan a lo mismo de siempre: parches sobre parches.
Según el comunicado oficial, mientras duren los trabajos se usarán equipos alternativos de expansión directa (los famosos rooftop) para mantener un ambiente “confortable”. Pero en el calor habanero, sin aire de verdad, eso es casi un chiste.
Lo curioso es que este anuncio llega justo después de otro problema que dejó en ridículo al aeropuerto: una tubería de agua reventada obligó a cerrar la Terminal 3 por varias horas, trasladando vuelos de Conviasa, Copa Airlines y Neos hacia la Terminal 2. Reabrieron de madrugada, pero el daño ya estaba hecho. Una vez más quedó claro lo endeble que está la infraestructura del principal aeropuerto de Cuba, que en los últimos meses ha sufrido de todo: apagones, filtraciones por lluvias y fallas técnicas repetidas.
Y no es que sea novedad. La falta de climatización en la Terminal 3 lleva tiempo siendo un dolor de cabeza. En 2024, tras semanas de quejas, el propio director del aeropuerto, Irán Cueto Carmona, reconoció que estaban intentando importar piezas y montar sistemas “rooftop” para aguantar. Aun así, las condiciones llegaron a ser tan malas que un pasajero mayor sufrió un golpe de calor en julio del año pasado, desatando críticas furiosas en redes sociales.
Vale recordar que la Terminal 3 concentra la mayoría de los vuelos internacionales que entran y salen del país. Cada avería, ya sea un apagón, una rotura de agua o el simple hecho de no tener aire, significa miles de pasajeros varados o incómodos, justo en un momento en que el régimen vive del turismo como su oxígeno económico.