El régimen cubano anda vendiendo humo otra vez, esta vez con el montaje de viviendas improvisadas hechas con contenedores metálicos en Buena Vista, San Antonio del Sur, en Guantánamo. La idea es alojar ahí a las familias que lo perdieron todo tras el paso del huracán Óscar en octubre de 2024, pero lo que debía sonar a solución solidaria, en la práctica parece más un disparate.
Porque seamos claros: vivir dentro de una caja de hierro bajo el sol cubano es como meterse de gratis en un horno. Las temperaturas en el oriente fácilmente superan los 30 grados, y sin aislamiento ni ventilación decente, esos contenedores se convierten en trampas de calor, un peligro real para niños, ancianos y cualquiera que intente resistir ahí dentro.
El 22 de septiembre, el General de División Ramón Pardo Guerra, jefe de la Defensa Civil, se dio su vuelta por la zona junto a autoridades locales, en lo que más pareció un acto de propaganda para mostrar supuestos “avances”. Según la prensa oficial, los contenedores vienen de un parque fotovoltaico en construcción y serán acondicionados como casitas con dos cuartos, baño, cocina y sala. En total, prometen 60 módulos, aunque por ahora apenas montaron 23 y con un atraso evidente.
El régimen repite que estas casas son “temporales”, pero cualquiera en Cuba sabe lo que significa eso: lo provisional se vuelve eterno, y al final las familias damnificadas terminan atrapadas en un invento que nunca se resuelve.
La obra está en manos de varias empresas estatales, bajo la batuta de Génedis y con la participación de Muebles Imperio, Valbo, Cedai, la Dirección Provincial de Vivienda y el Micons. Desde el Partido en Guantánamo, Yoel Pérez García pidió “acelerar las obras” y exprimir al máximo la estructura metálica con pintura anticorrosiva, como si eso fuera suficiente para tapar las carencias.
El contraste es brutal. A finales de noviembre de 2024, solo el 8 % de las más de 13 mil viviendas dañadas por el huracán habían sido reparadas, mientras que en el caso de las instalaciones estatales la prioridad fue total: de 700 afectadas, ya tenían listas 525. El mensaje es claro: primero lo del gobierno, después —si acaso— lo del pueblo.
Lo de los contenedores no es un hecho aislado. En otras provincias como Holguín, Las Tunas y Villa Clara también se inventan con “alternativas” que parecen sacadas de otra época: casas de tierra, techos improvisados, viviendas sin cemento ni acero. En Las Tunas todavía más de 10 mil familias viven con pisos de tierra, y en Pinar del Río han tenido que volver a técnicas coloniales de barro y cal.
La realidad es que la construcción de viviendas en Cuba está en caída libre. En 2024 se levantaron menos casas que en los peores años del Período Especial, y el déficit habitacional ya pasa de las 800 mil unidades.