La dictadura cubana volvió a usar a los estudiantes como piezas de propaganda. Esta vez, el Ministerio de Educación lanzó una jornada nacional para recoger firmas “en solidaridad con Venezuela”, un teatro político que en realidad responde a las órdenes del Partido Comunista. Según la propia institución, la campaña se desarrolla en todas las provincias del 24 al 30 de septiembre y se presenta como un respaldo al cuestionado Nicolás Maduro.
En sus publicaciones oficiales, el MINED insiste en que estas rúbricas representan un apoyo “expreso e invariable” al presidente venezolano, a su pueblo y a su gobierno, al que describen como víctima de “una de las campañas más infames del imperio”. Pero lo que muestran las imágenes que circulan en redes es otra cosa: adolescentes en escuelas obligados a participar en actos políticos que poco tienen que ver con la educación.
En Camagüey, por ejemplo, en el centro mixto Máximo Gómez Báez, más de 1,500 personas firmaron la declaración impuesta por el gobierno. Una estudiante de duodécimo grado repitió la consigna oficial “Cuba está con Venezuela”, mientras otro alumno de décimo secundaba con frases contra el expresidente estadounidense Donald Trump. El guion parecía aprendido de memoria.
La misma escena se replicó en el preuniversitario Tomás David Royo, en La Habana, donde los muchachos estamparon sus firmas en lo que el régimen llama “La Declaración de la Revolución Cubana”. El texto, lleno de grandilocuencia, pide “impedir una agresión militar contra Venezuela”. La retórica de siempre, en un contexto donde la juventud cubana apenas logra sobrevivir a apagones, escasez y falta de futuro.
Lo más alarmante es que también metieron a niños de primaria en estos shows políticos. En la escuela José Martí, en Ciro Redondo (Ciego de Ávila), se organizó un matutino “en apoyo a Venezuela”. Aunque los pequeños no firmaron, su sola presencia en un acto partidista confirma la utilización descarada de la infancia para reforzar la propaganda castrista.
El periodista José Raúl Gallego denunció en sus redes que todo este proceso demuestra el carácter adoctrinador e instrumental de la educación en Cuba. Según señaló, la mayoría de esos niños y adolescentes ni siquiera entienden lo que pasa en Venezuela, pero aun así los arrastran a repetir consignas como si fueran robots.
Detrás de esta supuesta jornada de solidaridad hay un plan más grande: el Partido Comunista ha ordenado que todo el pueblo cubano firme en respaldo a Maduro. De hecho, Roberto Morales Ojeda, uno de los principales dirigentes del régimen, adelantó que al final del proceso los libros con las firmas serán enviados directamente al mandatario venezolano. Hablan de “millones de rúbricas”, como si eso resolviera el hambre o los apagones que asfixian a la Isla.
Al final, lo que queda claro es que la dictadura cubana utiliza las escuelas y las instituciones educativas como cuarteles ideológicos, manipulando a estudiantes y maestros para legitimar a otro régimen igual de represor. En vez de garantizar calidad en la enseñanza, alimentos en los comedores y recursos básicos para estudiar, el MINED dedica su tiempo a fabricar apoyos ficticios para un aliado político en decadencia.
