La influencer cubana Flor de Cuba no se quedó de brazos cruzados cuando en redes empezaron a tirarle piedras, llamándola “merolica” por promocionar productos en sus plataformas.
En lugar de engancharse en discusiones vacías, la muchacha soltó la mejor respuesta posible: mostrar cuánto dinero ha generado en menos de un mes. Y la cifra dejó a más de uno atragantado con la envidia.
Un comentario en tono burlón le decía: “Debe darte mucha pena ser merolica en redes sociales”. Pero Flor, con la misma picardía cubana que la caracteriza, subió su reporte de ingresos: más de 21 mil dólares en comisiones en apenas 28 días, con 8.1 millones de visualizaciones de productos y 3.9 mil artículos vendidos.
Con ironía, escribió en Instagram: “¡En 28 días! Sufro mucho, sobre todo el día del cobro”, acompañando sus palabras con una pose de victoria que hablaba por sí sola.
Los números no mienten. Más de 155 mil dólares en GMV, más de 723 mil clics en productos y un crecimiento que no se detiene. Lejos de esconderse, Flor dejó claro que su trabajo en redes sociales no es cuestión de suerte ni de improvisación. Lo suyo es constancia, estrategia y, sobre todo, resultados.
Mientras en Cuba la dictadura condena a los jóvenes a sobrevivir con salarios miserables que no alcanzan ni para un cartón de huevos, influencers como Flor de Cuba demuestran que fuera de ese sistema podrido sí se puede prosperar con creatividad y esfuerzo.
Con su publicación, la influencer no solo cerró bocas, también mandó un mensaje alto y claro: ser “merolica” digital puede ser más digno y rentable que vivir bajo un régimen que te quiere esclavizado en la miseria.