El régimen cubano volvió a salir en defensa de su aliado Nicolás Maduro, esta vez a través del vicecanciller Carlos Fernández de Cossío, quien desde Nueva York aseguró que La Habana dará a Venezuela todo su “apoyo político y solidario” frente a cualquier posible conflicto con Estados Unidos. Eso sí, aclaró que la isla no se lanzará a una guerra directa contra Washington.
En una entrevista con Mehdi Hassan para Zeteo, durante la Asamblea General de la ONU, el funcionario repitió el guion de siempre: culpar a Estados Unidos de todos los males. “Un ataque de Estados Unidos contra Venezuela sería una amenaza para toda la región”, advirtió, aunque evitó responder si ese respaldo se traduciría en asistencia militar. Según él, solo se trata de apoyo político, nada más.
El vicecanciller aprovechó el espacio para victimizar al régimen, asegurando que Cuba atraviesa una situación crítica por las presiones de Washington. “Estados Unidos trata de desconectarnos de la economía mundial. ¿Qué país puede sostenerse si la economía más poderosa del planeta amenaza a otros para que no hagan negocios con nosotros?”, soltó, ignorando que la debacle cubana es resultado de décadas de mala gestión, corrupción y un modelo que no genera ni para garantizar pan en las bodegas.
Cuando se le preguntó sobre los abusos de derechos humanos, la falta de libertades democráticas, la censura a la prensa independiente y las denuncias de que Cuba alberga a fugitivos acusados de terrorismo, Fernández de Cossío hizo lo que saben hacer mejor: negar, justificar y defender un sistema que ha condenado a once millones de cubanos a la miseria.
El diplomático también se metió en el tema de Gaza, acusando a Israel de cometer un “genocidio” y atacando a la ONU por su supuesta incapacidad de actuar. “Es una vergüenza para la comunidad internacional”, afirmó, intentando ganar titulares internacionales mientras en Cuba el pueblo sigue hundido en apagones, represión y hambre.
Sus declaraciones llegan en un momento delicado: Washington ha anunciado fondos millonarios para enfrentar a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, mientras dentro de la isla la inconformidad social crece y las protestas son cada vez más frecuentes, siempre respondidas con la represión de la policía política.
El doble discurso del castrismo queda otra vez al descubierto. Hablan de “solidaridad” y “justicia internacional” mientras niegan los derechos más básicos a su propio pueblo. Al final, el régimen no busca proteger a Cuba ni a Venezuela, sino mantener vivas las alianzas que le garantizan oxígeno político en medio de su ruina interna.