El Buró Político del Partido Comunista de Cuba volvió a mover las piezas dentro de su maquinaria propagandística, anunciando nuevos cambios en la dirección de los principales periódicos oficialistas.
El periodista Yoerky Sánchez Cuéllar, hasta ahora director de Juventud Rebelde, fue colocado al frente de Granma, mientras que Yuniel Labacena Romero, de apenas 36 años, se hará cargo del órgano de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Más que un “cambio de dirección”, se trata de un simple enroque dentro del ajedrez del Partido, donde los ascensos no dependen de talento ni resultados, sino de la obediencia ciega al poder.
Sánchez, de 41 años, es mucho más que periodista: es diputado de la Asamblea Nacional, miembro del Comité Central del PCC e integrante del Consejo de Estado, lo que confirma que su promoción a Granma no responde a méritos profesionales, sino a su fidelidad absoluta al régimen.
Labacena, por su parte, es un producto puro del oficialismo. Graduado en 2014, ha pasado toda su carrera en Juventud Rebelde y también ocupa un puesto en el Comité Nacional de la UJC, garantía de que el periódico seguirá alineado con la línea ideológica del Partido, sin espacio para voces críticas ni independientes.
Los silencios de Granma
Estos movimientos ocurren más de un año después de la salida “fantasma” de Yailín Orta Rivera, quien dejó la dirección de Granma sin que jamás se informara oficialmente. Fuentes confirmaron que su gestión provocó la estampida de periodistas y un clima insoportable en la redacción. Incluso el influencer Alexander Otaola denunció en su momento que Orta fue señalada por desviar recursos, incluyendo autos, piezas de carros y hasta cientos de cajas de pollo destinadas a los trabajadores del diario.
Pese a ello, el secretismo fue total: Granma mantuvo a Orta en su plantilla oficial durante meses, e incluso apareció junto a Díaz-Canel en visitas a las oficinas, como si nada hubiera pasado. Otro ejemplo de la opacidad y el control absoluto del Partido sobre la prensa, donde los relevos se deciden en despachos cerrados y no se rinde cuentas a nadie.
Prensa muda y propaganda barata
En Cuba, la prensa oficial nunca ha sido prensa de verdad. Granma y Juventud Rebelde funcionan como voceros del poder, dedicados a repetir consignas, justificar fracasos y vender la falsa imagen de un país que “resiste” mientras la gente hace colas interminables, sufre apagones y vive con el refrigerador vacío.
Ni denuncias ciudadanas, ni debates reales, ni periodismo fiscalizador. Solo propaganda maquillada para tapar la crisis que golpea cada rincón de la isla. Por eso, aunque Díaz-Canel soñó en 2023 con que Granma fuera “el periódico más leído de Cuba” y atrajera a los jóvenes con “originalidad e innovación”, la realidad es otra: la mayoría de los cubanos no se cree ni una palabra de lo que ahí se publica.
El enroque de Sánchez y Labacena confirma lo de siempre: no hay periodismo en Cuba, solo propaganda. Mientras el país se hunde en la peor crisis económica y social de su historia, los principales diarios siguen al servicio del Partido, incapaces de reflejar la verdadera vida de los cubanos.
