La provincia de Matanzas se enfrenta a un brote alarmante de dengue y Chikungunya, mientras la insalubridad, la acumulación de basura y la escasez de recursos estatales convierten la lucha contra el mosquito Aedes aegypti en una misión casi imposible. La realidad del país sigue demostrando que la propaganda oficial nada tiene que ver con la vida cotidiana del cubano.
Durante una reunión con autoridades locales, la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña García, admitió que existen “dificultades” para garantizar los insumos necesarios en la lucha antivectorial. Según Peña, el Ministerio de Salud seguirá “acompañando” las acciones territoriales, aunque sin explicar cómo ni cuándo se solucionarán las carencias materiales. “Se ha dispuesto un grupo de recursos, a pesar de las dificultades que nuestro pueblo conoce que tenemos”, declaró, sin dar cifras ni detalles concretos.
El clima de Matanzas, con su alta humedad, lluvias constantes y temperaturas elevadas, favorece la reproducción del mosquito. Municipios como Colón y Jovellanos concentran los casos más graves de síndromes febriles. En Colón, solo en la última semana se reportaron 435 casos sospechosos, de los cuales más del 46 % corresponden a niños, según datos oficiales. Para enfrentar la crisis, autoridades locales lanzaron un plan de vigilancia epidemiológica, fumigación y saneamiento ambiental en las zonas críticas.
Estudiantes, médicos y voluntarios recorren casas eliminando criaderos y microvertederos, mientras que los trabajadores de sectores como el deporte y la agricultura son arrastrados a una batalla sanitaria que el Estado no puede sostener por sí mismo. Sin embargo, la población asegura que estas acciones llegan tarde y son insuficientes: faltan insecticidas, combustible, bazucas y abate, y el personal capacitado es escaso.
La proliferación de basura, la falta de agua potable y el deterioro de los servicios urbanos agravan la situación, no solo en Matanzas, sino en toda Cuba, donde la insalubridad se ha vuelto la regla. Pese a los llamados oficiales al “autofocal familiar”, el cubano promedio no tiene cómo prevenir los criaderos en su casa o barrio.
El virus del Chikungunya, que deja secuelas prolongadas en los pacientes, ya está tensionando los hospitales de la provincia, como el Doctor Mario Muñoz Monroy, donde se reportan ingresos con signos de alarma. El gobierno insiste en que existe un plan nacional de enfrentamiento a las arbovirosis, pero la realidad demuestra que la precariedad estructural del sistema de salud y la falta de estrategia sostenida hacen que estas medidas sean más simbólicas que efectivas.
En Cuba, la salud pública sigue dependiendo de la resistencia ciudadana, del esfuerzo improvisado de voluntarios y de la creatividad de los trabajadores locales. Mientras tanto, los brotes epidémicos se siguen propagando, recordando que la negligencia estatal y la improvisación del régimen cuestan vidas.