La creadora de contenido cubana Esperanzita DC (@esperanzitadc_) encendió las redes con un video que muestra el desagradable momento que vivió en el restaurante La Torre, uno de los más conocidos de La Habana, ubicado en el edificio FOCSA.
Lo que pintaba como una noche perfecta terminó en asco y decepción. Según relató la influencer, todo marchaba bien: “el lugar, bonito; el ambiente, agradable; el trato, un 10”. Pero cuando llegó el postre, el dulce traía “una patica oscura incrustada que no era otra cosa que parte de una cucaracha”.
El mesero se disculpó de inmediato y retiró los platos, pero ahí se quedó todo. Esperanzita asegura que esperó más de 20 minutos por un encargado y nadie apareció. “Fue como si hubieran barrido el problema debajo de la alfombra”, dijo indignada.
Cuando por fin se presentó alguien, lejos de dar una solución, llegó con una actitud defensiva, incluso mostrando “una hoja amarilla con un pelo dentro”, como si quisieran inventar otra historia. La influencer no se quedó callada y pidió el libro de reclamaciones, donde dejó por escrito lo ocurrido y su condición de creadora de contenido, para que no intentaran silenciar el incidente.
En su video, Esperanzita reflexiona: “¿Puede pasar un error en la cocina? Lamentablemente sí. Lo que no puede pasar es la indiferencia, el abandono y que te traten con suspicacia en lugar de preocuparse por el cliente”.
El escándalo no tardó en viralizarse. Muchos recordaron que no es la primera vez que la influencer denuncia problemas de higiene en instalaciones turísticas de la capital. Hace poco ya había expuesto la presencia de chinches en el Hotel Deauville, también en La Habana, caso que obligó a la administración a reaccionar con fumigación y disculpas públicas.
Lo ocurrido en La Torre demuestra que, más allá de las fachadas bonitas y la propaganda turística, la realidad de los restaurantes y hoteles cubanos está marcada por la desidia, la falta de control sanitario y la pésima gestión de crisis.
“Lo que iba a ser bueno, bonito y barato terminó siendo una lección de lo que nunca debe ser el servicio al cliente”, concluyó la influencer, dejando al descubierto una verdad incómoda: en Cuba la suciedad y la indiferencia ya forman parte del menú.