Desde La Habana nos llega un nuevo capítulo del reality sin fin de Sandro Castro, el nieto del mismísimo Fidel. Al parecer, ya tiene un nuevo amiguito inseparable con quien comparte fiestas, lujos y toda clase de privilegios. El relevo de Carluchín Verde ya está en escena, y se llama Erick Ruiz, más conocido como “Ericito el 13”.
Según la página de Facebook La Tijera, Ericito no es cualquier muchacho. Es hijo de un gran beneficiario de lo que muchos llaman la “Robo-ilusión” cubana. Y claro, con semejante herencia, su vida no podía ser más distinta a la del cubano de a pie.
En redes sociales se le ve montado en autos de lujo, vacacionando en Miami y disfrutando de todo lo que la mayoría de los cubanos ni siquiera puede soñar. Mientras tanto, el pueblo en la isla sigue peleando por conseguir un pedacito de pan o un litro de aceite. Esa es la Cuba de los contrastes: la miseria para la mayoría y la abundancia obscena para unos pocos.
Pero la cosa no se queda solo en fiestas y paseos. Erick también se mueve en el mundo de la farándula como “representante de talentos”. Y adivina a quién tiene en su cartera: nada más y nada menos que al propio Sandro Castro. O sea, la amistad está blindada con negocios y privilegios de por medio.
Lo más indignante es que, según lo que circula en redes, Sandro es capaz de llenar su apartamento de sacos de harina PAN, mientras los cubanos de a pie deben esperar hasta 20 días para comprar pan en la bodega con la Libreta de Racionamiento. Y como si fuera poco, el nieto del dictador se burla abiertamente de esa misma libreta, usando apodos como “BarbaTruco” para referirse a su abuelo.
Esa combinación de ostentación, impunidad y burla es la que hace estallar las redes. La gente no se queda callada y deja en claro la indignación: ¿cómo es posible que mientras el pueblo está hundido en apagones, colas y hambre, estos muchachos vivan como si fueran estrellas de Hollywood?
La publicación de La Tijera lo resume sin filtros: en Cuba, el pueblo enfrenta las peores penurias, mientras personajes como Sandro Castro y Erick Ruiz disfrutan de un mundo paralelo lleno de lujos y privilegios. Y lo peor es que todo ocurre a la vista de todos, sin que nadie en el poder levante un dedo.