La psicóloga cubana Roxanne Castellanos Cabrera decidió alzar la voz sobre un tema que toca a miles de familias en la isla: las heridas emocionales que deja el éxodo masivo. En un post que se hizo viral, confesó lo que muchos prefieren callar: detrás de cada vuelo, de cada salida clandestina o de cada cruce de frontera, hay un pedazo de familia rota. “La familia cubana, alma de la nación, está fracturada y cargada de sufrimiento”, escribió, dejando claro que la migración no es solo una estadística, es una cicatriz abierta.
La especialista insistió en que no se debe juzgar a la ligera a quienes toman la decisión de emigrar, aunque eso implique dejar atrás a los hijos o a los abuelos. “Hay mucha gente que se ha ido cargando con montañas de culpa y sufrimiento”, señaló, recordando que cada partida viene acompañada de un duelo silencioso. Y aunque muchos encuentran en las videollamadas y en las remesas una manera de sostener a los suyos, el vacío físico no deja de doler.
Para Castellanos, los más golpeados por este drama son los más vulnerables: los niños y los ancianos. La psicóloga lo resumió en una frase cruda: “Cuando la tierra que te ve nacer deja de ser proyecto de presente y futuro, el desarraigo se convierte en herida colectiva”.
Un éxodo sin precedentes
Sus palabras llegan en un momento donde la palabra “migración” parece haberse convertido en sinónimo de “Cuba”. Solo en 2024, más de 250 mil cubanos emigraron oficialmente, aunque cifras independientes aseguran que el número real podría superar los 545 mil. Entre 2022 y 2024, el saldo acumulado es aún más impactante: más de 850 mil llegaron a Estados Unidos, sobre todo cruzando la frontera sur.
Pero no todo termina en EE. UU. Honduras registró el paso de más de 60 mil cubanos en 2024, y México se ha convertido en casa definitiva para miles que, ante las restricciones del norte, decidieron quedarse. En Brasil, los cubanos ya superan a los venezolanos en solicitudes de refugio, y en República Dominicana más de 1,200 lograron residencia legal en 2025. Europa tampoco queda fuera: la Ley de Memoria Democrática abrió las puertas a decenas de miles para obtener la nacionalidad española.
La factura demográfica y social
Este éxodo no solo se mide en maletas y despedidas. Los números hablan solos: estudios recientes calculan que Cuba podría haber perdido hasta un 24 % de su población en apenas cuatro años, algo comparable solo a países en guerra. La población real ronda los 10 millones de habitantes, y cada año mueren más personas de las que nacen.
El Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) confirma que casi el 11 % de los cubanos ya vive fuera de la isla, en su mayoría jóvenes en edad productiva. Resultado: un país cada vez más envejecido y sin fuerza laboral suficiente. Y aunque se han registrado deportaciones —al menos 1,384 personas en 2024— la marea migratoria parece imparable. Peor aún, más de 42,000 cubanos enfrentan órdenes de deportación en Estados Unidos, mientras organizaciones advierten que hasta medio millón podrían quedar en el limbo con el fin del parole humanitario.
Al final, lo que plantea Roxanne Castellanos es un grito de alerta: la emigración no solo se mide en cifras, también en abrazos que no se dan, cumpleaños vacíos y una nación que se va desangrando poco a poco.