En Cuba hay un refrán que dice: “cuando no hay pan, casabe”. Pero lo que vimos esta vez fue más bien “cuando no hay corriente, fiesta de los CDR”. Sí, tal cual: Gerardo Hernández Nordelo, exespía cubano y coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), decidió compartir en Facebook un video desde una fiesta en Ciego de Ávila. Todo esto mientras el país entero lidia con apagones eternos, colas interminables y la escasez de lo más básico.
En el clip, que ya circula con fuerza en redes sociales, se ve a un grupo de personas bailando casino en lo que parece ser una actividad previa al 65 aniversario de los CDR. Y para rematar, Gerardo mira a la cámara con ironía y suelta: “Esto es con Inteligencia Artificial, en Cuba no hay CDR. Odiadores, no sufran, no sufran”.
La frase cayó como gasolina sobre fuego. Muchos la interpretaron como una burla a la realidad del cubano de a pie, ese que mientras tanto está cocinando con leña o buscando dónde conseguir un poco de arroz.
¿CDR? Entre el olvido y el descrédito
Para entender el lío, hay que recordar qué son los CDR. Fundados en 1960 por Fidel Castro, nacieron como una red de vigilancia en los barrios: los famosos “ojos y oídos de la Revolución”. Durante décadas, fueron el terror del vecino chismoso que lo apuntaba todo: quién recibía visitas del extranjero, quién escuchaba a Willy Chirino, o quién se quejaba demasiado en la cola del pan.
Pero hoy, la película es otra. En muchos barrios ya no se hacen guardias, nadie quiere pagar la cotización y las reuniones se reducen a un grupito de militantes envejecidos que apenas sostienen la estructura. Tanto así, que hace unas semanas Gerardo Hernández lanzó un plan para “revitalizar” los CDR con la campaña de las “100 tareas por el centenario de Fidel”. Un intento de revivir un muerto político a base de consignas.
Baile, vigilancia y crisis
Lo curioso es que la fiesta que muestra Gerardo contrasta brutalmente con el otro rostro de los CDR. Porque sí, mientras unos bailan casino, en otros rincones del país los discursos oficiales llaman a convertirlos en “batallones de defensa” para enfrentar posibles protestas por la crisis energética. Y la gente, cansada de apagones de más de 24 horas, grita “Libertad” en las calles.
En ese contexto, ver a un dirigente riéndose frente a la cámara no suena precisamente a empatía. Más bien parece un show de “pan y circo” en medio de la oscuridad.
Reacciones en redes: del sarcasmo a la indignación
Las críticas no se hicieron esperar. En Matanzas, por ejemplo, usuarios denunciaron que mientras Gerardo estaba de fiesta, los vecinos de Carbonera no tenían ni qué echarle a la caldosa y estaban en apagón permanente. Otros fueron más directos: “Pongan la corriente, no nos interesa la fiesta de los CDR”.
En los comentarios abundan frases como: “Ese debe ser el único CDR que celebra, porque en el resto del país la gente está pendiente de si llega el agua o la electricidad”.
La sensación general es clara: la dirigencia vive en una burbuja de propaganda mientras el pueblo lidia con una crisis sin fin. Y ese contraste —la fiesta frente al apagón, la broma frente al hambre— se convierte en la mejor muestra de la desconexión entre gobernantes y gobernados en la Cuba de hoy.