La maquinaria represiva del castrismo sigue girando a toda mecha. Esta vez, la Sala Primera de lo Penal del Tribunal Provincial de Las Tunas le metió 15 años de cárcel a un hombre del municipio Amancio, acusado de traficar marihuana.
El caso arrancó en septiembre pasado, cuando lo agarraron en plena calle con dinero en moneda nacional y tres envoltorios de yerba que intentó botar a toda carrera antes de ser arrestado. El show incluyó hasta “pruebas” de laboratorio, con huellas de olor y un análisis de orina que, según la prensa oficialista, lo hundió más.
El tribunal no perdió la oportunidad de remarcar que el acusado ya había tenido problemas por lo mismo, como para justificar la nueva condena. Además de los 15 años tras las rejas, le confiscaron el dinero y lo amarraron con la prohibición de salir del país, dejando claro que la justicia en Cuba no busca rehabilitar, sino dar un castigo ejemplarizante.
El fallo se presentó como parte de la causa No.77 de 2025, en la que el tribunal aseguró, muy orondo, que el acusado contó con todas las “garantías del debido proceso”. Una afirmación que, en la práctica cubana, resulta difícil de creer, porque todo el mundo sabe que los juicios en la isla son más un teatro político que un acto de justicia real.
Las autoridades no dudaron en enlazar este caso con el IV Ejercicio Nacional de Prevención y Enfrentamiento al Delito, una campaña que el régimen viste de “Cuba Segura”, pero que en realidad funciona como propaganda para reforzar la idea de control social. En Holguín, por ejemplo, también hicieron su espectáculo condenando a tres cubanos a entre 4 y 10 años de prisión por tráfico de drogas, destacando como agravante que lo hicieron de noche, un detalle que en Cuba se convierte en excusa para apretar más la condena.
En La Habana, el mismo guion: 15 años de cárcel para otro acusado por venta de cocaína y drogas sintéticas. Y en Matanzas, un joven que apenas empezaba en esos trajines, sin antecedentes, enfrenta la petición fiscal de 7 años de prisión. Todo esto bajo la bandera de “tolerancia cero”, un discurso que sirve más para reforzar la represión que para solucionar el problema real del consumo de drogas en la isla.
Pero el asunto no se quedó solo en drogas. También salió a la luz que en Mayabeque condenaron a 10 años de prisión a un hombre acusado de robo con violencia en Güines, mientras Díaz-Canel desde arriba llamaba a reforzar la “tranquilidad ciudadana” y el “orden interior”. Ese es el estribillo de siempre para justificar operativos contra cuentapropistas y vendedores informales, como los decomisos y multas que se vieron en Holguín.
Detrás de toda esta fachada de “orden”, el régimen aprovecha la coyuntura para apretar más la soga contra los inconformes. En Gibara detuvieron a por lo menos 27 personas tras protestas recientes, y en Bayamo otros 15 manifestantes fueron castigados con penas de entre tres y nueve años de cárcel.
Mientras tanto, la realidad en la calle es que la delincuencia sigue creciendo: robos, asaltos y violencia cada vez más frecuentes, sin que el régimen pueda o quiera dar soluciones reales. Lo que sí no falla es la represión contra quienes alzan la voz o simplemente intentan sobrevivir en un país donde la inseguridad y la miseria van de la mano.